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Transportes Valero Alonso: “Nos hemos comido un marrón”

La gendarmería francesa decomisa un tráiler de la empresa que llevaba entre su carga casi dos toneladas de resina de hachís. Su valor en el mercado negro habría alcanzado los 11 millones de euros



Un camión frigorífico se dirige a la frontera de Irún
Miguel Ángel Sánchez / 10·02·2016

El camión junto a sus dos ocupantes –marido y mujer- fueron inmediatamente detenidos, si bien a los pocos días la justicia gala decretó la libertad para ella y la posibilidad a la empresa propietaria del tráiler de recuperar la carga. A la hora de redactar esta noticia el hombre sigue detenido por las autoridades francesas. 

Los dos conductores forman parte de la plantilla del grupo empresarial Transportes Valero Alonso, radicado en Antas. “Estamos destrozados”, reconocía a este medio el gerente José Valero, “estas cosas le pueden ocurrir a cualquiera porque los transportistas estamos vendidos”. 

Los hechos tuvieron lugar el jueves 21 de enero. Según la agencia de noticias Europa Press, que se limita a describir la operación policial sin reflejar nombres y procedencias, “efectivos de la brigada aduanera de Hendaya localizaron el alijo de droga oculto en aparatos eléctricos” situados “detrás de un cargamento de frutas y verduras”. En la báscula, la sustancia incautada pesó 1,8 toneladas. Su valor en el mercado negro habría alcanzado los 11 millones de euros. 

“Un perro del equipo de aduanas mostró un gran interés en los generadores hallados dentro del camión tras la retirada de varios palés de frutas y verduras”, cuenta la agencia. Al desmontar los aparatos se descubrieron los paquetes que contenían el alijo. 

Añade Europa Press que “al parecer el cargamento procedía de España y tenía como destino Holanda”, extremos que han sido confirmados por ACTUALIDAD ALMANZORA, cuya redacción se puso a trabajar en el suceso después de recibir varias llamadas de profesionales del volante alertados por múltiples rumores que, según nuestros informantes, procedían de la propia plantilla de Valero Alonso. 

Estos comentarios no llegaban a concretar aspectos fundamentales de la noticia como tampoco alcanzaban a garantizar la veracidad de la misma, sin embargo se estaban extendiendo con gran rapidez entre el gremio y las redes sociales. 

Finalmente este periódico conseguía despejar los interrogantes y se ponía en contacto con el gerente de la empresa antusa. Éste reconocía que el camión forma parte de su flota y que los detenidos pertenecen a la plantilla. 

Pero fue un portavoz de la empresa, el que ampliaba detalles. “Ha sido un mazazo, estamos todos muy afectados, la familia propietaria especialmente”. 

“Nuestro camión salió el día 21 de madrugada con destino a Holanda cargado en su mayor parte de productos agrícolas y portando en uno de los palets dos generadores. Procedían de una empresa de Molina del Segura”. 

La ruta del camión contemplaba un cambio de conductores en Tafalla, Navarra. Así se hizo. Un matrimonio de la zona -ambos chóferes- empleado del Grupo Valero Alonso hizo el relevo y prosiguió la ruta hacia su destino, Holanda. Sin embargo en la aduana, ya en territorio francés, el vehículo es apartado de la carretera por agentes galos para inspeccionarlo. Y entre los palets, los dos generadores. Y los perros adiestrados marcando la posición. 

Los gendarmes desmontan las máquinas y encuentran en su interior gran cantidad de resina de hachís que una vez en la báscula arrojó un peso de 1,8 toneladas. 

Mientras tanto, en las oficinas de la empresa saltan las alarmas porque no hay noticias del camión. “No localizábamos a los conductores y llamamos a la Interpol –cuerpo de policía internacional- donde nos indicaron que pusiéramos rápidamente una denuncia ante la Guardia Civil para que activara la búsqueda con sus dispositivos. Efectivamente interpusimos la correspondiente denuncia y poco después logramos con nuestros GPS localizar el camión cerca de la aduana de Irún, parado en la frontera”, relata el portavoz. 

“Conseguimos hablar con los agentes de aduanas españoles, pero nos remitieron a la gendarmería de Bayona, donde apenas nos dieron una explicación, sólo que el camión estaba retenido. Así que el domingo 24 de enero salimos para Hendaya”. 

El representante de la empresa llega el lunes 25 a primera hora a la frontera de Irún, pero sin aportarle más detalles de lo que ya sabía, los funcionarios españoles se limitan “a indicarme otra vez que fuera a Bayona, a la gendarmería. Me presento ese lunes en la gendarmería y me citan para el día siguiente martes. Volví al día siguiente y me dijeron que había un problema gravísimo. Me interrogaron durante cinco horas; hasta me tomaron muestras de saliva para la prueba de ADN y me hicieron una ficha policial. Yo les expliqué todo. Con la ayuda de un traductor les di toda clase de detalles, y los que no sabía con certeza los consultaba llamando a nuestra sede de Antas. Poco a poco sus rostros fueron cambiando y la tensión inicial se rebajó hasta el punto de que, terminado el interrogatorio, uno de ellos me acompañó con mucha cordialidad hasta la puerta y se despidió de mí”. 

A la vista de las pruebas aportadas, el juez decidió poner en libertad a la mujer y la recuperación de la mercancía, aunque no el camión. 

De acuerdo a la versión de Valero Alonso, la droga colocada en el interior de dos generadores fue recogida en la localidad murciana de Molina del Segura el día anterior a la incautación –miércoles, 20 de enero-, entregada por un cliente “que trabaja con nosotros desde hace casi dos años”. Este cliente llamó a la empresa el viernes 22 interesándose por su cargamento. “Cuando uno de nuestros agentes le dijo ‘la que nos habéis liado’, el otro colgó inmediatamente el teléfono y ya no ha sido posible contactar con él. Supongo que la policía andará tras sus pasos”. 

“Es una faena”, sigue lamentándose José Valero, el propietario, que permanece callado, cabizbajo, mientras el portavoz habla con nosotros. “Nos hemos comido el marrón”, insiste Valero. Y su empleado amplía. “Es que no podemos controlar las cargas, es imposible. Los clientes te dan palés cerrados, los cargan ellos. Ni siquiera el conductor puede estar presente, tiene que esperar en la cabina o en las zonas de espera habilitadas hasta que acaben de meter toda la mercancía. Es por la normativa de prevención de riesgos laborales y esas cosas. Cualquiera puede introducir lo que le dé la gana en un camión de transporte. Cualquiera que lleve malas intenciones puede hacer lo que quiera y meternos en un problema como éste. Nadie está a salvo de eso. Imagínate supervisar diariamente la carga de 30 ó 40 camiones con más de 900 palés. Es imposible materialmente, pero es que además sería ilegal. Estamos indefensos. Nos hemos comido un marrón, así de claro”. 

En Valero Alonso insisten en que lo principal es traer al compañero que sigue detenido. “No es fácil –recalcan- pero estamos en ello”.

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