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“Mari Toñi tendrá que explicar por qué quiere poner patas arriba el proyecto de un socialista”

Lo exige Adolfo Pérez, alcalde de Garrucha en 1988, cuando el socialista Tomás Azorín impulsó Galasa desde la presidencia de la Diputación con el fin de asegurar el suministro de agua en los pueblos del Levante


Adolfo Pérez, exalcalde de Garrucha

Miguel Ángel Sánchez / 25·05·2016

Lo exige Adolfo Pérez, alcalde de Garrucha en 1988, cuando el socialista Tomás Azorín impulsó Galasa desde la presidencia de la Diputación con el fin de asegurar el suministro de agua en los pueblos del Levante. A Pérez le extraña que sea precisamente la actual regidora de su pueblo, militante del PSOE, quien busca liderar un movimiento de alcaldes que estaría poniendo “patas arriba” el proyecto comarcal de abastecimiento ideado por Azorín, y que podría acabar con Garrucha fuera de Galasa si la recién creada Comisión de Estudios promovida por el gobierno de la Villa así lo concluye. 

Adolfo Pérez era alcalde de Garrucha en 1988, el año en que el presidente de la Diputación, el socialista Tomás Azorín, ideó e impulsó la creación de Galasa, una empresa pública cuya misión sería gestionar el más que deficitario abastecimiento de agua a los hogares los doce municipios fundadores de la sociedad, es decir, los del Levante más Zurgena y Arboleas. 

Se daba la circunstancia de que todos los alcaldes de esos pueblos eran del PSOE, a excepción de Pérez que, al frente de Unión Independiente de Garrucha (UIG), había obtenido todos los concejales en liza en unas elecciones, las del 87, a las que no concurrió ninguna otra fuerza política. Tampoco el PSOE. 

“Por eso me extraña tanto –afirma don Adolfo, que así se le sigue llamando en el pueblo donde fue 40 años maestro y 20 alcalde-, que sea precisamente Mari Toñi, una socialista, quien quiera poner patas arriba el proyecto tan importante para Garrucha y para todo el Levante que promovió otro socialista del que guardo grato recuerdo”. 

Por ‘poner patas arriba’, Adolfo Pérez entiende, por un lado, la decisión de la regidora María Antonia López de crear una Comisión de Estudio a fin de concretar si al municipio le interesa seguir en Galasa, y por otro sus incontenibles deseos de liderar un movimiento que Pérez teme que pueda conducir al desmantelamiento de la empresa de abastecimiento, o al menos a que deje de prestar ese servicio básico en Garrucha. 

MALOS TIEMPOS 

Porque el veterano político, hoy retirado, tiene aún en la memoria tiempos mucho peores relegados al desván de la memoria tras la fundación de Galasa. “Yo recibí como agua de mayo la llamada de Tomás Azorín poniéndome al corriente de su idea. Era un proyecto ilusionante y la iniciativa de más postín, importante y trascendente que se ha acometido nunca en toda la provincia de Almería”, aseveraba el que fue edil durante cinco mandatos consecutivos -entre 1979 y 1999-. Don Adolfo recuerda como una pesadilla sus primeros tiempos de alcalde, en los que el pueblo permanecía con el abastecimiento cortado desde las ocho de la tarde hasta las siete de la mañana para que “el agua de Vegarada llegara desde Bédar y llenara los depósitos municipales asegurando el suministro del día siguiente”. 

Y del recuerdo general, al detalle. El de las noches en que subía “acojonao” hasta los depósitos, a fin de controlar si se producía alguna incidencia en el llenado. “En agosto llegábamos a ir hasta 20 noches. Los surtidores están en un cerro, detrás de los apartamentos de la Hermandad Farmacéutica, y una de las veces pillamos un susto tremendo al encontrarnos con unos vagabundos”. 

“A las dos de la mañana –narraba- íbamos Pedro Sierro, que era el fontanero municipal, y yo, él con un vergajo y yo con la pistola en el coche, para asegurarnos de que entraba agua al depósito. Y ahora, después de todo lo que este pueblo ha pasado por la falta de agua y la solución que supuso Galasa, viene Mari Toñi a poner palos en las ruedas de la empresa ¡mira tú qué cosas!” 

“NO HAY AGUA” 

“Me pongo malo sólo de acordarme. Un domingo, era el siete de agosto, en plena temporada turística, se presentaron en mi casa el alcalde de Mojácar Bartolomé Flores, y el gerente de Vegarada, Gonzalo Suárez, que luego fue el primer gerente de Galasa, para decirme que no bajaba agua de Bédar, que los pozos se habían quedado secos. No fuimos al Parador a ver qué podíamos hacer y no quedó otra que volver a poner en marcha los viejos pozos del río Aguas, sin saber en qué condiciones estaban. Por suerte salimos del paso”. 

Precisamente por todas las vicisitudes vividas, “cuando recibí la llamada de Tomás Azorín para contarme que pensaba emprender el proyecto Galasa, vi el cielo abierto, y Garrucha lo apoyó hasta el final mientras fui alcalde. Entonces todos los concejales eran de mi candidatura. En el 87 los del PSOE no presentaron lista, salieron huyendo”. 

Pero mientras desde la Diputación dirigida por Azorín, junto con once alcaldes socialistas del Levante y el independiente Adolfo Pérez lanzaban Galasa, se organizó un movimiento político que aglutinó a casi todos los grupos de la oposición en la comarca seguido por multitud de vecinos. “A la Coordinadora se sumó en Garrucha el socialista Andrés Segura y sus compañeros. Todavía parece que oigo en la radio de entonces, Antena 3 de Mojácar, a Tomás Azorín diciendo que no comprendía la actitud de Andrés; soltó aquello de ‘ahora comprendo por qué no gana el PSOE en Garrucha’”. 

El hoy no puede entenderse sin el ayer. Desconectar el pasado del presente impide el análisis acertado. “En 1988 doce municipios fundadores aprobamos los estatutos tal y como los presentó la Diputación. Aceptar los estatutos implicaba ceder, delegar en Galasa, las competencias sobre la red de abastecimiento y los depósitos, y también los derechos a aprobar unas tarifas acordes con el coste del servicio”. 

Aquello, especialmente el último apartado, supuso para muchos alcaldes quitarse una pesada obligación. “Galasa se hacía cargo de toda la gestión del suministro y la depuración, liberándonos a los alcaldes del desgaste político que suponía tener que subir las tasas. Por eso cuando escucho a alguna persona que me parece inteligente, como Adela Segura, que como alcaldesa de Zurgena en aquellos días aprobó esto, hablar del peligro que corre la ‘autonomía municipal’, no lo entiendo. Y Mari Toñi, influida porque tiene escasa capacidad de análisis, tomando el papel de abanderada. ¡Increíble!” 

El concepto ‘autonomía municipal’, ahonda Adolfo Pérez, significa que “los ayuntamientos prestan los servicios por sí mismos, pero cuando no es posible hacerlo de manera autosuficiente es inevitable ceder algo de esa autonomía a quien es capaz de hacerlo, que en este caso es Galasa”. 

La relación de España con la Unión Europea como Estado miembro es un buen ejemplo, “algo que todos convenimos en admitir porque redundaba en beneficio de todos los españoles, pero que se hizo a cambio de ceder parte de nuestra soberanía como país”. 

A partir de su argumentación, el exalcalde se formula una pregunta retórica: “¿Dónde tiene Garrucha el agua para ser autónoma del todo?” Y se responde: “Como no posee los recursos, si decide salirse de Galasa tendrá que echarse en brazos de alguien”. 

No obstante, para el veterano político el revuelo que envuelve actualmente a la empresa pública “tiene más de lucha entre los dos grandes partidos por ocupar parcelas de poder que de cualquier otra motivación menos espúrea”. El problema, afirma, “es que la Diputación está controlada por el Partido Popular y el PSOE quiere tener la sartén por el mango, de otra manera no es posible entender que Mari Toñi, siendo la alcaldesa de Garrucha, un pueblo sin agua que gracias a Galasa tiene suministro todos los días, quiera ponerla patas arriba”. 

Sin embargo, no ve Pérez en el comportamiento de la regidora “esa autonomía que reclama para su municipio. Se está dejando llevar por una persona inteligente de la dirección provincial socialista, que es Adela Segura. Pero Adela Segura, en 1988, estaba junto a Tomás Azorín defendiendo a Galasa. Para mí, este conflicto no es más que una manera de conseguir votos y de desgastar al PP. Adela debería recordar el 88 e influir a Mari Toñi de aquel espíritu”. 

Preguntado sobre la situación económica de la empresa, don Adolfo conviene en que es “muy grave”, y culpa de ello tanto a socialistas como a populares: “PSOE y PP han metido la pata. Resulta evidente que la administración no ha sido buena”. Y profundiza en los orígenes del problema. “La cosa empezó con doce municipios y ahora hay veintiocho, cada uno de su padre y de su madre. Ninguno de los alcaldes de los pueblos que se han ido incorporando después de la fundación ha querido cobrar a sus vecinos lo que cuesta el servicio, pensando siempre en las elecciones antes que en el interés público, y eso es de malos gestores”. 

“Ahí –abundaba-, esos políticos han demostrado a las claras que el dinero público les importa un comino. Quienes han controlado Galasa son de la misma calaña y han actuado igual que los que hundieron las cajas de ahorros obligándonos a todos a soportar grandes sacrificios. Siento decirlo, pero la empresa ha estado a las órdenes de políticos que no entienden nada”. 

Pero una vez identificados problema y causas, es preciso poner remedio. “Ahora habrá que buscar una solución para pagar la deuda, que dicen que son casi 38 millones de euros, y será necesario subir las tasas, porque el servicio no puede seguir generando déficit. El Consejo de Administración debe dejar de seguir cometiendo los mismos errores que nos han conducido hasta esta situación y asesorarse por técnicos que sepan de lo que hablan”. 

“¿BORRÓN? ¡NI HABLAR!” 

La mirada hacia delante no tiene por qué impedir el escrutinio del pasado. “De ninguna manera hay que olvidar lo que ha ocurrido, defenderé que se averigüen y expliquen las decisiones que han derivado en la actual situación de la empresa. ¿Borrón y cuenta nueva? ¡Ni hablar! Lo que se tapa se pudre. Es necesario que haya luz y taquígrafos ante los usuarios que, en definitiva, es el pueblo, y que todos los ayuntamientos estén detrás de las medidas que aconsejen los técnicos para sacar adelante a Galasa. Y, por supuesto, tomarse en serio el propósito de no cometer más desmanes”. 

Sin embargo, “el propósito” de enmienda que pide el exalcalde no acaba de verlo a la vista de la agria polémica que se ha montado en torno al aumento de tarifas y la modificación de los estatutos para adaptarlos a la Ley de Estabilidad Presupuestaria. “Insisto en que todo se está instrumentalizando por los políticos, con argumentos que nada tienen que ver con la realidad”. Y aclara: “En 1988, doce pueblos del Levante cedieron sus infraestructuras y la gestión del agua al Consejo de Administración de Galasa ¿qué significa ahora eso de no querer cederlas? ¡Si ya se cedieron hace casi treinta años!” 

En este “desconcierto”, como el propio veterano político califica la situación, la posibilidad suscitada en Garrucha acerca de la conveniencia o no de mantener a Galasa al frente de la gestión del abastecimiento de agua en el municipio. El exregidor cuestiona “¿adónde quiere ir a parar la alcaldesa? ¿Qué piensa hacer con la parte de la deuda de treinta y siete millones de euros que le correspondería pagar a los garrucheros? Porque, si se va, tendrá que desembolsar lo que le toca”. 

Pero si no alcanza a entender el camino emprendido por la primera edil de su pueblo, menos comprende aún la pasividad que atribuye a la oposición garruchera: “Están callados cuando tendrían que formar el cirio pascual”. 

“Me quedo atónito –añade- ante el espectáculo de una socialista que pone palos en las ruedas de lo que creó otro socialista, Tomás Azorín. Me permito un consejo a Mari Toñi: “que no juegue con el agua, que es peligroso y lo puede pagar en las elecciones”. 

Y volviendo al análisis del conjunto y a modo de conclusión: “en Galasa ha existido una evidente mala administración por los políticos de ambos bandos que la han gestionado hasta la fecha. Toca a ellos poner remedio”.

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