AYUDEMOS A GALASA (El Ayuntamiento de Garrucha debe ayudar y no pensar en salirse) II

ADOLFO PÉREZ LÓPEZ

06·06·2016

EN LA QUINCENA pasada se publicó en este periódico un artículo mío sobre Galasa y una entrevista que me hizo el director sobre el mismo tema. Por lo visto han sido muchas las personas que han leído ambos trabajos. Que esos trabajos hayan sido tan leídos prueba el interés que se tiene en la comarca sobre lo que pasa con Galasa y su futuro. Se trata nada más y nada menos que del abastecimiento de agua a domicilio; precisamente en una zona en que la escasez de ella es un problema ancestral, de primera magnitud. 

Dada la buena acogida que han tenido el artículo y la entrevista me animan a seguir escribiendo sobre Galasa con la aportación de más datos y aclaraciones sobre el caso, pues dispongo de la documentación que así me permite un juicio más certero sobre el asunto. 

La mayor información de la que dispongo me reafirma en la opinión de que los males de Galasa, como ya expuse la quincena pasada, tienen su origen en dos causas fundamentales: Que Galasa nunca debió salirse del ámbito de los doce municipios que la fundaron en 1989, a lo que debe añadirse la pésima gestión de unos políticos inexpertos, amantes de beneficiar a los suyos por encima de todo, y algunos tan desaprensivos que en vez de velar por la empresa les interesa más su provecho electoral. Sin olvidar que la caída de la construcción ha contribuido bastante a la dramática situación de la empresa, con el añadido del incumplimiento de la Junta de Andalucía respecto al pago de las tuberías que nos conexionan con la desaladora de Carboneras. 

Como les decía, Galasa comenzó a funcionar en 1993 y poco tiempo después apareció la Coordinadora, la cual se empleó a fondo en contra de las tarifas, además de sembrar dudas en cuanto a la calidad del agua. Ya saben que la Coordinadora no contó con mis simpatías, pues lo que se buscaba era desbancar a los alcaldes, o sea, aquello de “quítate tú para ponerme yo”. 

La Coordinadora fue algo temporal, que finalizó con las elecciones locales de 1995. Sin embargo, un grave problema para Galasa es la lucha sorda y enfurecida que mantienen populares y socialistas por la gestión de la empresa, cada uno con mayor o menor fuerza según quien gobierne la Diputación Provincial, lo que alimenta el continuo deterioro de la gestión. En tales circunstancias de desencuentro político comenzó la ampliación de Galasa abriendo su abanico a los municipios del Valle del Almanzora, los cuales entraron con una serie de condiciones cuyo cumplimiento deja mucho que desear, sin que nadie los haya metido en cintura. La cuestión es que los problemas han ido aumentando hasta llegar a la situación actual. 

Pero, según se publica con más detalle en un reportaje que recogen estas mismas páginas, firmado por Miguel Ángel Sánchez, en la dificultosa andadura de Galasa es preciso resaltar que el 25 de febrero de 2009 se reunió el Consejo de Administración de la misma (entonces con presidente socialista; ahora del PP), reunión en la que el gerente dio cuenta de que se había cerrado el ejercicio anterior (2008) con pérdidas de 4,1 millones de euros. A continuación expuso al detalle la difícil situación, que resumió diciendo que la merma financiera se debía a la caída de los ingresos, junto con los gastos extraordinarios que se habían producido. Por último, propuso lo que era preciso acometer para atajar la sangría que se estaba produciendo en las cuentas. Sin embargo, la solución que se adoptó fue una leve subida de las tarifas que poco o nada contuvo; la prueba más evidente es que a 31 de diciembre de 2015 la deuda de Galasa ha pasado en seis años de 4,1 millones de euros a 37,6 millones, y todo se debe a que nadie ha cumplido con los compromisos adquiridos. La situación es tan difícil que se ha llegado al punto de que Endesa le ha cortado la luz a las oficinas centrales de Galasa, las cuales han tenido que auxiliarse de un generador de gasoil. 

Y es que en Galasa suceden cosas difíciles de asimilar. Por un lado tenemos el incumplimiento de la Junta de Andalucía de no haber satisfecho la mayor parte del dinero prometido para financiar las tuberías a colocar en el Levante. Por otro lado, apunta el reportaje que publica este medio, los municipios del Valle de Almanzora le generan a Galasa una pérdida anual de 1,5 millones de euros, mientras que los del Levante con cinco veces más usuarios genera una pérdida anual de 2 millones de euros. Luego está la negativa de los políticos a incrementar las tarifas, cosa que les produce pavor. 

Preciso es aclarar que Galasa no funciona lo mismo en el Valle del Almanzora que en el Levante. Allí, desde Albox hasta Serón, cada municipio a los que abastece Galasa tiene su propio convenio con la empresa, razón por la que se dan casos tan escandalosos como algunos pueblos de aquella comarca donde el pago de las tarifas del agua da grima. Por ejemplo, señala este medio más minuciosamente en páginas posteriores, hay un municipio de esa zona en el que cada usuario paga al mes 35 céntimos de cuota fija y 31 céntimos por cada metro cúbico consumido. En otro municipio de la misma zona el usuario abona 35 céntimos de cuota fija y cero euros por los primeros 12 metros cúbicos consumidos. Son tarifas que nada tienen que ver con las del Levante. El problema estriba en que esos ayuntamientos no han cumplido con los convenios firmados, y así ha llegado el desastre. 

Como se ve, en tales condiciones es imposible reflotar la empresa, pues en los políticos priman más los votos que una eficiente gestión empresarial. Por eso pienso que la privatización podría ser la solución, donde todo el mundo pagaría lo consumido y se terminarían los abusos de los políticos municipales con tarifas de risa, y que después le pagan a Galasa de aquella manera. También se acabaría con los nepotismos o privilegios a Ayuntamientos y usuarios. Ya sé que la privatización pone los pelos de punta a los socialistas, pero creo que ese será el final, pues es imposible seguir con Galasa en manos de los políticos. 

Una vez privatizada la empresa se precisaría aplicar un plan financiero para liquidar la deuda. Sería importante que la Junta de Andalucía cumpliera con lo acordado, más alguna ayuda. Conseguir una buena refinanciación de la deuda es esencial, siendo fundamental que se rebajaran capital e intereses, así como lograr una ampliación del plazo de liquidación. Asimismo, la deuda generada por cada municipio o, en su caso, la que le afecte proporcionalmente, gran parte de ella debe ser asumida por los usuarios mediante la inclusión en el recibo de una cuota con cuantía a determinar, lo menos gravosa posible. Otra parte podría recaer en el presupuesto municipal de cada Ayuntamiento. Son ideas generales a desarrollar. Lo que si está claro es que de seguir así Galasa va derecha al precipicio. 

Ahora, junto con la pésima situación económica que se abate sobre Galasa, las aguas andan revueltas dentro de la misma. Resulta que es preciso modificar los estatutos para adaptarlos a nuevas leyes, entre ellas la andaluza de autonomía municipal, pero no se ponen de acuerdo y los ayuntamientos socialistas, como el de Garrucha, andan agitados por el tema de la autonomía, lo que más bien parece una broma, sin acordarse de que se asociaron a la misma de forma voluntaria, cosa que les convenía sobre manera ya que no tienen capacidad material de prestar un servicio tan básico. Llama la atención su llantera con el tema de la hipotética pérdida de la autonomía municipal, que es pura excusa para ponerle palos a la rueda. Claro que los estatutos que se aprueben ahora, si es que se aprueban, serán los mismos que tenga Galasa cuando en la Diputación gobiernen los socialistas, y así sucesivamente. 

Mientras, en el Ayuntamiento de Garrucha estudian si salirse o no de Galasa, con la duda de si lanzarse al vacío o poner rumbo a lo desconocido, que Dios nos coja confesados con tanto listo.