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“¡Os voy a denunciar por orinar en el puerto!”

Alfonso García, representante de la Autoridad Portuaria, amenazó a los pescadores jubilados de Carboneras que hubieran denunciado las altas tasas que han de pagar sin que les presten ningún servicio a cambio. Ni siquiera uno en donde mear.




En el puerto de Carboneras, “cada cual hace sus necesidades como puede, en cualquier esquina, entre las piedras”. El nauseabundo olor que se percibe en el recinto delata dónde.
Miguel Ángel Sánchez / 19·07·2016

El representante de la Autoridad Portuaria, Alfonso Rodríguez, amenazó con denuncias y recriminó agriamente a los pescadores jubilados de Carboneras sus declaraciones a ACTUALIDAD ALMANZORA, en las que se quejaban de las altas tasas que les cobra la APPA sin recibir ningún servicio, el incremento del 34% que se les ha aplicado en 2016 y el ninguneo que les dedica el jefe de puertos. 

Ocurrió el pasado mes de junio. Representantes de la Asociación de Pescadores Jubilados de Carboneras sufrieron un encontronazo con un ‘caliente’ Alfonso Rodríguez, jefe de puertos de la zona, claramente afectado por las declaraciones que días atrás le habían dedicado los ‘viejos lobos de mar’ a él y al departamento de la administración que representa, la Agencia Pública de Puertos de Andalucía (APPA). 

Los pensionistas, hartos de no recibir ningún servicio portuario, de que se les incrementen las tasas y de que el jefe de puertos, de manera reiterada, no acceda a reunirse con ellos, habían decidido movilizarse acudiendo a ACTUALIDAD ALMANZORA para mostrar su descontento. 

Los jubilados consiguieron la portada –la llamativa foto que ilustra esta información- y un amplio reportaje en páginas interiores de la edición correspondiente a la ‘Segunda Quincena de Mayo’, que acreditaba los fundamentos de su enojo. 

En la diana de sus críticas, la APPA y su representante en la zona, un Alfonso Rodríguez que, a tenor de cómo les trató el 1 de junio, tuvo que ponerse rojo al leer la descripción profesional que de él daban los pescadores. 

De forma resumida, los afectados habían expuesto dos semanas antes en este periódico: “Personas de 70 y 80 años tenemos que amarrar los barcos en las piedras de la escollera y saltar a los barcos […] Nos duele la boca de pedirle a Alfonso que nos escuche, que nos atienda, pero ni caso. No responde a ninguna de nuestras reclamaciones por carta certificada desde 2012, la última la mandamos el pasado trece de marzo. Tampoco a las peticiones para que nos reciba. Si alguna vez le hemos visto ha sido porque nos hemos presentado en Garrucha sin previo aviso y le ha cogido desprevenido. Y cuando nos desahogamos, contesta que ya está acostumbrado, que le han dicho cosas más fuertes en su vida. A este hombre le da igual. Recuerdo que en una ocasión nos citó a 14 ó 15 de nosotros y ni se presentó ni llamó para excusarse. Nos dejó allí tirados. Cuando le reprobamos su comportamiento dijo que no se había acordado, ¿pero qué formalidad es ésta? Encima se ríe de nosotros”. 

CARA A CARA 

Miércoles, 1 de junio. No habían transcurrido ni dos semanas desde la publicación cuando los jubilados se enteran de que Alfonso Rodríguez está en las oficinas del puerto carbonero. Hasta allí se dirigen varios de ellos y consiguen ponerse frente a él. Rodríguez no se lo esperaba. Encuentran al jefe del puerto al otro lado del mostrador donde se atiende al público. El que rompe el silencio es Salvador Cazorla, secretario de la Asociación. 

- Estamos aquí porque no nos recibes. 

- ¡Cómo os voy a recibir si sólo decís mentiras! 

- ¿Mentiras? 

- Sí, mentiras. 

- Mira, estamos esperando años a que nos cites para una reunión. 

- ¿Una reunión? ¡Ya la tienes! 

- A gritos no es una reunión. No responder a las cartas que te hemos mandando es un desprecio a las personas. 

- Tú eres un revolucionario. 

- He estado en dos empresas trabajando durante 34 años porque han tenido en cuenta mi valía y mi honradez. Yo no miento. 

- ¡Os voy a denunciar por orinar en el puerto! 

- Ésa es sólo una foto. En todo caso, ¿dónde estamos meando en un vertedero? Porque el puerto es un vertedero sin aseos. Lo sabes. Nos estáis cobrando por servicios que no dais. 

- Si no podéis tener barco no lo tengáis. ¡Pegadle fuego! 

- Eso dámelo por escrito. Sabes que estamos aquí porque nos tratáis con desprecio, como si fuéramos gentuza. 

- Eso no. 

- A las pruebas me remito. 

- Tú eres un privilegiado. Sé que ganas una pensión como nadie. 

- Sí que estás enterado de mi vida. Se nota que no estás muy ocupado y que trabajas poco. Lo que me pagan de jubilación me lo he ganado. Más ganas tú y has trabajado menos que yo. 

- He peleado mucho para que os rebajen las tasas. 

- Pues a nosotros no nos has contado nada y parece que no te hacen mucho caso, porque en tres años las han subido más de un 65%. 

- Lo que has hecho es decir muchas mentiras en el artículo de prensa. 

- Mira, aquí tienes las cartas que te hemos mandado desde 2012 y que tú no has respondido, y ahí tienes el puerto para comprobar si lo que te decimos en los escritos es verdad o mentira. A ver dónde están las mentiras. 

- Ya, ya. 

- Vamos a seguir yendo a la prensa. 

- Id donde queráis. Mi posición es inamovible. 

Testigos de la escena describen a un Alfonso Rodríguez alterado que hablaba a gritos. Un hombre tenso con ganas de zanjar aquello y marcharse. Entonces uno de los pescadores jubilados le suelta con sarcasmo: “No te preocupes, no tengas tanta prisa, que todavía no es la hora de ir a recoger a los niños del colegio”. 

Eran las 12 del mediodía y la improvisada y larga reunión, mantenida de pie, sin la cortesía de la ‘autoridad’ de hacerles pasar a un despacho, “había puesto de los nervios a Alfonso. Quería escapar”. 

El encuentro duraba ya una hora y de la boca de Alfonso Rodríguez no había salido ni una palabra conciliadora, sabiendo que aquellos viejos de escasas pensiones sólo buscaban justicia. Uno de ellos, con enojo y frustración porque no se llegaba a ninguna parte, lanzó un “a ti lo que te gusta mucho son las gambas y las cigalas”. 

SIN ASEOS, SIN NADA… 

El puerto carece de tomas de luz y agua, vigilancia, mantenimiento, puntos de atraque señalizados, amarres, accesos seguros, limpieza, aseos o seguro de responsabilidad civil en caso de accidente. “Cuando denunciamos que no hay nada, es eso, nada, pagamos por ocupar un trozo de agua; un atraco”. 

Ante el silencio de la administración y el trato que su representante en la zona les dispensa, los jubilados se han saltado la subida de tasas de esta año, que asciende a un 34%, y han ingresado la misma cantidad que el pasado 2015, a la espera de que “nos expliquen el porqué del incremento”. 

La carta enviada a la presidenta de la Junta Susana Díaz, el pasado 10 de junio, que arranca “Con el debido respeto y cariño a nuestra Presidenta”, explica la situación a la primera autoridad regional, aclarando que están dispuestos a pagar, “como siempre, pero esta subida sin nada que lo justifique no la podemos soportar”. 

Con las exquisitas formas de la antigua educación, la misiva acaba pidiendo disculpas a la presidenta “por robarle un poco de su tiempo que seguro lo emplearía en asuntos más importantes para todos los andaluces. A nuestra edad esto nos produce un desasosiego que afecta también a la familia. Le rogamos su ayuda”. 

El 16 de junio, siete días después, el asunto se despechaba desde la Consejería de Presidencia informando a los jubilados que su carta había sido remitida a la “Consejería de Fomento y Vivienda, competente en la materia a través de la Agencia Pública de Puertos de Andalucía, para su conocimiento y valoración a los efectos que procedan”. 

“O sea, nada de nada”, se lamenta uno de los veteranos pescadores cuyo barco se ha visto dañado por el casco de otra embarcación vecina, debido al oleaje y a la absoluta falta de infraestructuras y equipamientos en la dársena carbonera.


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