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Almería, sobre cuneros y cangrejos

JOSÉ MARÍA MARTÍNEZ DE HARO


07·06·2016

DURANTE EL SIGLOS, Almería ha sido un distrito electoral utilizado por los partidos políticos que en sucesivos procesos electorales han necesitado colocar en privilegiado puesto de salida a quienes, hay que suponer, no serían aceptados en sus lugares de origen, porque siendo cierto que allí gozaran de popularidad y prestigio, no habrían de emigrar vergonzosamente a otras provincias. Desde comienzos del siglo XX se conocen nombres y referencias de diputados y senadores sin el más remoto vínculo con Almería. Contaré una anécdota. Uno de ellos, D. Augusto Barcia Tréllez (Ribadeo, Asturias) llegó a repetir desde 1916 y durante más de veinte años por el distrito electoral de Vera, culminando en la II República como diputado por Izquierda Republicana. Me contaba un amigo de Vera que Barcia siempre fue apoyado por las fuerzas dominantes en la Comarca a cambio de favores políticos y personales, o sea, caciquismo en estado puro. En su última etapa parlamentaria, fue preguntado en el Congreso de los Diputados por el Ministro de Agricultura, D Manuel Jiménez Fernández, sobre la problemática de la agricultura en Almería; el Sr Barcia le contestó sin titubear desde el escaño que en Almería había una gran preocupación por la escasa cosecha de plátanos. 


Y es que, desde tiempo inmemorial esta tierra apartada ha servido de fondo de saco donde han cabido los más pintorescos personajes y personajillos disfrazados de improvisado localismo. En tiempos del franquismo Almería recibía gobernadores civiles granadinos, asturianos, madrileños, incluso un ocurrente camarero malagueño amigo de Alfonso Guerra. Todos encontraban aquí el mejor acomodo a su mediocridad. Hasta nuestro ejemplar Andrés García Lorca no hemos sentido a nadie verdaderamente nuestro. Con la llegada de la democracia la costumbre no cambió y así vemos cómo distintos partidos políticos envían sus cuneros con la misma autoridad que el Káiser enviaba a sus tropas a combatir en Sebastopol a cuarenta grados bajo cero. Lo último, que no lo único, ha sido la decisión del Líder Supremo de PODEMOS de enviar como candidato encabezando la lista al Congreso por Almería al General Rodríguez. No entraré en analizar los méritos del candidato Rodríguez para llegar hasta aquí. Pero la empatía y el conocimiento que pueda tener Rodríguez con los almerienses y sus asuntos podrá ser la misma que la que pueda tener un cangrejo con un concierto de Chopin. No extraña la airada protesta de IU de Almería por lo que consideran una afrenta en toda regla pero, como cabría esperar, se ha impuesto el escalafón de mando y en Almería la graduación no alcanza a cambiar ordenes. Y por el estilo en otros partidos que repiten sin rubor con su "cunero de toda la vida" cuyo acercamiento a la realidad se observa con estupor, salvo alguna brillante excepción que nuestros regantes conocen muy bien. 

La cuestión han de planteársela seriamente las fuerzas vivas almerienses, si es que hay de verdad fuerzas vivas. La más elemental autoestima habría de considerar la razón por la que estos mismos partidos políticos no facturan cuneros hacia Sevilla, Granada, Valencia, Bilbao, Málaga, etc. Muy avispados ellos, ajenos a cualquier interés que no sea el partidista, buscan provincias "dóciles" con escasa capacidad de respuesta y nula presencia en las Instituciones. Y al parecer, Almería es el prototipo. Y así llegó Barcia, Rodríguez, nuestro "cunero de toda la vida", etc., sin que nada se mueva en este oasis de docilidad bovina. Después habrá tiempo para lamentarse de la escasa presencia de Almería y los intereses de los almerienses en los asientos y despachos donde se reparte el pastel del presupuesto. Ha habido tiempo para criticar la lentitud del proyecto del AVE hasta la ciudad de Almería. De tantos olvidos y atrasos que sería una inacabable lista de ausencias, distanciamientos y agravios que nos deja como estábamos respecto a la Administración del Estado y de la Administración Autonómica. Agravios que sólo se han podido atenuar por la gigantesca capacidad de los emprendedores almerienses, por el vigor de sus iniciativas, por el trabajo callado de miles y miles de almerienses que se rebelan contra la larga siesta y los estribillos que señalaban nuestra tierra en los oscuros rincones de la pobreza. Hay que suponer que el talento, la preparación y el carácter de jóvenes almerienses les capacita para algo tan elemental como la representación pública. Y que todos los grupos políticos podrían contar con magníficos candidatos que, de verdad, sin necesidad de marketing cosmético ni cursillos acelerados de aproximación, sintieran por dentro el clamor de su tierra. 

Pero parece que esta realidad palpable, este valor emergente de nuestra juventud, no se cotiza al alza en los partidos políticos que prefieren blindarse con las viejas momias y arrogarse la potestad de los viejos caciques. Es lamentable que en el siglo XXI el escenario político de Almería siga siendo ese cómodo desván donde enviar los gabanes antes del tinte. A la vista está, el candidato Rodríguez y los otros cangrejos cuneros, nos señalan que, en lo sustancial, no hemos avanzado y seguimos en lo de siempre.

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