Esta misma tarde, los trabajadores y alumnos de la Escuela del Mármol de Andalucía, con sede en Fines, han convocado una concentración frente a las puertas del centro, a las 17:30, para tratar de despertar la sensibilidad de la población y, sobre todo, de la Junta de Andalucía que pueda poner punto y final al calvario que viene padeciendo el centro que corre serio peligro de cierre.
La falta de herramientas obliga a los alumnos a aguardar turno para poder utilizarlas |
ACTUALIDAD ALMANZORA / 25·06·2014
Antonio Romero, profesor de talla y representante de los trabajadores dice que “nos adeudan 4 meses y cuando acabe junio, 6 incluyendo la extra. La Junta no ha aportado ni un euro durante este curso y debe el 25% de los dos anteriores. El año pasado estuvimos 11 meses sin cobrar”. Romero nos explicó que la Escuela del Mármol depende económicamente de un consorcio en el que participan el ayuntamiento de Fines con un 10% y la Junta de Andalucía con el 90%, pero que la participación del ayuntamiento ha consistido en la aportación de los terrenos en donde está ubicada la escuela.
La representante de los estudiantes, Macarena Domínguez, se queja de la falta de materiales, “no hay ni barro para las clases de modelado, llevamos dos años reciclándolo, con la consiguiente merma de calidad y de cantidad; en cuanto se hace un trabajo, se fotografía y se destruye inmediatamente para tener material disponible con el que realizar otro; no se arreglan las herramientas, su estado es pésimo; todo es una locura; es la única escuela del mármol que hay en España y no dispone de dos máquinas, cuando alguien está usando la radial, tenemos que permanecer el resto parados o salir a fumar”.
“Cuando le preguntamos –acusa Domínguez-, el director no se moja, nos dice que vamos a cobrar, pero no nos dice cuándo. El curso pasado, los profesores estuvieron 11 meses sin cobrar. Cuando el director nos dice que no se va a repetir la situación yo me río. Lo peor no es ya el dinero, es la desmotivación. Ni los profesores ni nosotros podemos más. Estamos muy quemados”.
Macarena cobra una de las becas más altas “es una beca de transporte –dice-, la mía es de 300 euros porque vengo desde Sevilla”.
La representante de los alumnos nos indica que la Junta de Andalucía ha recibido fondos europeos para la formación, es decir, para, entre otros, este centro, pero “no sabemos donde está ese dinero”. Nos cuenta, además, algunos hechos verdaderamente insólitos: “firmamos un papel que decía que habíamos recibido una serie de materiales, botas, etc, pero no lo hemos recibido todo; al principio de cada curso, los alumnos tenemos que pagar una fianza de 50 euros, en canteras la cantidad es mayor, para prevenir la posible rotura de herramientas por negligencia, mal uso o, incluso, su sustracción, esa fianza, normalmente, se debe devolver a final de curso y no puede emplearse en nada, el caso es que hay compañeros a los que no han devuelto esa fianza los últimos dos años sin ningún motivo para ello, suponemos que lo están invirtiendo en pagar los “epis” (equipos de protección individual) y algunos materiales. Las cortinas de agua, que quitarían calor y polvo, no funcionan porque se ha roto el motor y no hay dinero para arreglarlo; para protegernos del polvo, nos dieron unas mascarillas de papel, que hemos conseguido cambiar por otras en condiciones. Así está la cosa”.
Cuando preguntamos a Miguel Morillas, director del centro, si la Junta ha cobrado los fondos europeos que no llegan al centro, no se atreve a confirmarlo, pero deja pistas para quien quiera entender, “eso no puedo asegurarlo con certeza; imagino que la Junta ha solicitado dinero de fondos europeos destinados para formación, imagino que habrá llegado el dinero, pero no puedo afirmarlo; sí puedo asegurar que, a día de hoy no ha llegado ningún dinero para ejecutar las acciones formativas correspondientes a los cursos del ejercicio 2013/2014 y que aún no ha llegado el 25 % de los dos cursos anteriores”.
Morillas confiesa que no cree en una solución inmediata y expresa un notorio desaliento que es común al de profesores y alumnos.
“No disponemos del material necesario para desarrollar los ciclos formativos de forma óptima y el ambiente es de tensión”, asevera el director del centro.
“La delegada –dice Morillas- es la presidenta del consorcio y tiene conocimiento puntual y directo de la situación. Nos dicen que están poniendo todos los medios para que la situación se resuelva para siempre, pero no tenemos ninguna planificación en el tiempo de cuándo se va a resolver. La situación es límite y sin visos de salida. Es más grave que el año pasado, no por el número de meses sin cobrar, sino porque el consorcio tenía un stock que nos ha permitido subsistir, piedra, grasa, aceite…, pero todo eso ya se ha gastado y no tenemos nada. Este curso lo hemos iniciado por la voluntad de hacerlo y con ese stock, que hoy no existe. Es una agonía, Si no se resuelve, la Escuela del Mármol va a fenecer”.
Insistimos en la pregunta de si la Escuela está condenada al cierre y nos contesta: “ni lo deseo, ni lo quiero, ni lo espero, pero la realidad es que la situación está en un punto de no retorno, está muy, muy, muy difícil. Espero que la sensibilización suponga llegar a tiempo y que no ocurra esa desgracia”.
La representante de los estudiantes, Macarena Domínguez, se queja de la falta de materiales, “no hay ni barro para las clases de modelado, llevamos dos años reciclándolo, con la consiguiente merma de calidad y de cantidad; en cuanto se hace un trabajo, se fotografía y se destruye inmediatamente para tener material disponible con el que realizar otro; no se arreglan las herramientas, su estado es pésimo; todo es una locura; es la única escuela del mármol que hay en España y no dispone de dos máquinas, cuando alguien está usando la radial, tenemos que permanecer el resto parados o salir a fumar”.
“Cuando le preguntamos –acusa Domínguez-, el director no se moja, nos dice que vamos a cobrar, pero no nos dice cuándo. El curso pasado, los profesores estuvieron 11 meses sin cobrar. Cuando el director nos dice que no se va a repetir la situación yo me río. Lo peor no es ya el dinero, es la desmotivación. Ni los profesores ni nosotros podemos más. Estamos muy quemados”.
Macarena cobra una de las becas más altas “es una beca de transporte –dice-, la mía es de 300 euros porque vengo desde Sevilla”.
La representante de los alumnos nos indica que la Junta de Andalucía ha recibido fondos europeos para la formación, es decir, para, entre otros, este centro, pero “no sabemos donde está ese dinero”. Nos cuenta, además, algunos hechos verdaderamente insólitos: “firmamos un papel que decía que habíamos recibido una serie de materiales, botas, etc, pero no lo hemos recibido todo; al principio de cada curso, los alumnos tenemos que pagar una fianza de 50 euros, en canteras la cantidad es mayor, para prevenir la posible rotura de herramientas por negligencia, mal uso o, incluso, su sustracción, esa fianza, normalmente, se debe devolver a final de curso y no puede emplearse en nada, el caso es que hay compañeros a los que no han devuelto esa fianza los últimos dos años sin ningún motivo para ello, suponemos que lo están invirtiendo en pagar los “epis” (equipos de protección individual) y algunos materiales. Las cortinas de agua, que quitarían calor y polvo, no funcionan porque se ha roto el motor y no hay dinero para arreglarlo; para protegernos del polvo, nos dieron unas mascarillas de papel, que hemos conseguido cambiar por otras en condiciones. Así está la cosa”.
Cuando preguntamos a Miguel Morillas, director del centro, si la Junta ha cobrado los fondos europeos que no llegan al centro, no se atreve a confirmarlo, pero deja pistas para quien quiera entender, “eso no puedo asegurarlo con certeza; imagino que la Junta ha solicitado dinero de fondos europeos destinados para formación, imagino que habrá llegado el dinero, pero no puedo afirmarlo; sí puedo asegurar que, a día de hoy no ha llegado ningún dinero para ejecutar las acciones formativas correspondientes a los cursos del ejercicio 2013/2014 y que aún no ha llegado el 25 % de los dos cursos anteriores”.
Morillas confiesa que no cree en una solución inmediata y expresa un notorio desaliento que es común al de profesores y alumnos.
“No disponemos del material necesario para desarrollar los ciclos formativos de forma óptima y el ambiente es de tensión”, asevera el director del centro.
“La delegada –dice Morillas- es la presidenta del consorcio y tiene conocimiento puntual y directo de la situación. Nos dicen que están poniendo todos los medios para que la situación se resuelva para siempre, pero no tenemos ninguna planificación en el tiempo de cuándo se va a resolver. La situación es límite y sin visos de salida. Es más grave que el año pasado, no por el número de meses sin cobrar, sino porque el consorcio tenía un stock que nos ha permitido subsistir, piedra, grasa, aceite…, pero todo eso ya se ha gastado y no tenemos nada. Este curso lo hemos iniciado por la voluntad de hacerlo y con ese stock, que hoy no existe. Es una agonía, Si no se resuelve, la Escuela del Mármol va a fenecer”.
Insistimos en la pregunta de si la Escuela está condenada al cierre y nos contesta: “ni lo deseo, ni lo quiero, ni lo espero, pero la realidad es que la situación está en un punto de no retorno, está muy, muy, muy difícil. Espero que la sensibilización suponga llegar a tiempo y que no ocurra esa desgracia”.
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