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Vallas tumbadas, hierros herrumbrosos, restos de cableado y demás basuras se acumulan en la vía de entrada a la dársena de Garrucha, por la que transita a diario un millar de camiones
ACTUALIDAD ALMANZORA / 20·06·2014
Hace cinco años que arrancaron las obras de soterramiento de los accesos al puerto de Garrucha. Con un presupuesto de licitación cercano a los 10 millones, el proyecto consistía en la construcción de un falso túnel para uso exclusivo del transporte portuario, a fin de paliar la grave congestión que provoca la actividad comercial de la dársena -unos 1.000 camiones diarios- . La actuación contemplaba también la construcción, sobre el corredor subterráneo, de un bulevar y dos glorietas como medida de integración urbana.
Aunque incluida en el desdoblamiento de la carretera Vera-Garrucha, la obra se vinculó al ambicioso proyecto de ampliación del puerto garruchero, dotado con una partida superior a 30 millones de euros.
Un lustro después, la imagen que ofrece el acceso a la transitada dársena es desconsoladora: una amalgama de hierros oxidados sobresalen de los elementos a medio hormigonar, parte del vallado y el balizamiento se encuentra en el suelo; y la basura, esparcida aquí y allá, continúa acumulándose ante los ojos de cuantos vecinos y turistas dan en pasear por ese punto en el que la obra confluye con el paseo marítimo.
La visión contrasta violentamente con la del nuevo y lujoso puerto. Una obra que ha permitido a la Administración andaluza incrementar sus ingresos por tráfico de mercancías hasta los 3 millones anuales, y que a diferencia del soterramiento, se ejecutó en tiempo y forma. El proyecto supuso además la pérdida de la única playa natural del municipio, playa que la Junta se comprometió a compensar con la creación de otra nueva en la parte más oriental del mismo, y que a día de hoy continúa negándose a realizar.
Los mil y un camiones
La destrucción de su litoral, y el grave deterioro de uno de los accesos al pueblo, constituyen el desalentador balance de una actuación que prometía solucionar uno de los mayores problemas de esta pequeña población turística almeriense: el del tráfico pesado. Y es que son entorno a un millar los camiones que llegan diariamente hasta allí para embarcar el yeso extraído en las canteras de Sorbas, con los trastornos y riesgos resultantes de combinar semejante flujo de mercancías con el denso tráfico estival.
De hecho, y pese a su dilatada inacción, la Administración autonómica reconoce la importancia de la obra. Lo hace en el Plan Director de Puertos de Andalucía, documento redactado por la APPA (Agencia Pública de Puertos de Andalucía), en el que se bosqueja el desarrollo de las infraestructuras náuticas y pesqueras hasta 2020. El plan hace referencia a los más de 3 millones de toneladas de mercancías que transitan anualmente por la dársena de Garrucha, y expresa la necesidad de “garantizar en condiciones de seguridad y con los requerimientos del tráfico portuario el acceso rodado a los muelles”.
Las mil y un promesas
La construcción, que comenzó en 2009, contaba con un plazo de ejecución de 12 meses. Hace unas semanas, la Directora General de Infraestructuras de la Consejería de Fomento y Vivienda, Mª. Auxiliadora Troncoso, anunciaba al alcalde de Garrucha que volverá a retomarse en septiembre.
Sin embargo, no es la primera vez que el Gobierno regional promete dicha reanudación: ya en marzo de 2012, poco antes de las elecciones autonómicas, la entonces consejera de Obras Públicas y Vivienda, Josefina Cruz, anunciaba en Garrucha que las obras habían superado el ecuador de su ejecución, y que estarían concluidas para diciembre de ese mismo año. Poco después de la visita de la consejera volvían a abandonarse los trabajos.
Para Juan Francisco Fernández, primer edil de la localidad, la obra nunca ha sido acometida con verdadero interés. En su opinión, nunca se ha trabajado al cien por cien en ella. No obstante, aún alberga alguna esperanza de ver resuelto el problema: “Confiamos en que ahora la Junta cumpla con su compromiso y podamos ver movimientos después del verano y, por supuesto, el fin de esta importante infraestructura”, ha declarado.
Aunque incluida en el desdoblamiento de la carretera Vera-Garrucha, la obra se vinculó al ambicioso proyecto de ampliación del puerto garruchero, dotado con una partida superior a 30 millones de euros.
Un lustro después, la imagen que ofrece el acceso a la transitada dársena es desconsoladora: una amalgama de hierros oxidados sobresalen de los elementos a medio hormigonar, parte del vallado y el balizamiento se encuentra en el suelo; y la basura, esparcida aquí y allá, continúa acumulándose ante los ojos de cuantos vecinos y turistas dan en pasear por ese punto en el que la obra confluye con el paseo marítimo.
La visión contrasta violentamente con la del nuevo y lujoso puerto. Una obra que ha permitido a la Administración andaluza incrementar sus ingresos por tráfico de mercancías hasta los 3 millones anuales, y que a diferencia del soterramiento, se ejecutó en tiempo y forma. El proyecto supuso además la pérdida de la única playa natural del municipio, playa que la Junta se comprometió a compensar con la creación de otra nueva en la parte más oriental del mismo, y que a día de hoy continúa negándose a realizar.
Los mil y un camiones
La destrucción de su litoral, y el grave deterioro de uno de los accesos al pueblo, constituyen el desalentador balance de una actuación que prometía solucionar uno de los mayores problemas de esta pequeña población turística almeriense: el del tráfico pesado. Y es que son entorno a un millar los camiones que llegan diariamente hasta allí para embarcar el yeso extraído en las canteras de Sorbas, con los trastornos y riesgos resultantes de combinar semejante flujo de mercancías con el denso tráfico estival.
De hecho, y pese a su dilatada inacción, la Administración autonómica reconoce la importancia de la obra. Lo hace en el Plan Director de Puertos de Andalucía, documento redactado por la APPA (Agencia Pública de Puertos de Andalucía), en el que se bosqueja el desarrollo de las infraestructuras náuticas y pesqueras hasta 2020. El plan hace referencia a los más de 3 millones de toneladas de mercancías que transitan anualmente por la dársena de Garrucha, y expresa la necesidad de “garantizar en condiciones de seguridad y con los requerimientos del tráfico portuario el acceso rodado a los muelles”.
Las mil y un promesas
La construcción, que comenzó en 2009, contaba con un plazo de ejecución de 12 meses. Hace unas semanas, la Directora General de Infraestructuras de la Consejería de Fomento y Vivienda, Mª. Auxiliadora Troncoso, anunciaba al alcalde de Garrucha que volverá a retomarse en septiembre.
Sin embargo, no es la primera vez que el Gobierno regional promete dicha reanudación: ya en marzo de 2012, poco antes de las elecciones autonómicas, la entonces consejera de Obras Públicas y Vivienda, Josefina Cruz, anunciaba en Garrucha que las obras habían superado el ecuador de su ejecución, y que estarían concluidas para diciembre de ese mismo año. Poco después de la visita de la consejera volvían a abandonarse los trabajos.
Para Juan Francisco Fernández, primer edil de la localidad, la obra nunca ha sido acometida con verdadero interés. En su opinión, nunca se ha trabajado al cien por cien en ella. No obstante, aún alberga alguna esperanza de ver resuelto el problema: “Confiamos en que ahora la Junta cumpla con su compromiso y podamos ver movimientos después del verano y, por supuesto, el fin de esta importante infraestructura”, ha declarado.
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