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Economía y ballet

MARÍA JESÚS TARRAT

19·08·2014

Soy liberal. Soy economista y soy bailarina de ballet clásico. Cuando Diego Jerez me preguntó sobre las tres cuestiones respondí afirmativamente a las tres, y aunque mucha gente pueda pensar en un primer momento que no existe una conexión entre ellas, durante esa conversación recordé como Geroge Balanchine, uno de los más famosos coreógrafos del siglo XX afirmaba que las matemáticas y la música se parecían, por lo tanto ¿porque no se podían parecer la economía y el ballet?

El ballet sin duda, es uno de los espectáculos donde se requieren más habilidades interrelacionadas entre sí para lograr la armonía entre todos sus participantes. Podríamos afirmar que la economía también requiere de la interrelación de todos los ciudadanos para lograr un resultado armonioso y satisfactorio.

Y una vez establecida la pauta inicial, bien para comenzar a desarrollar un ballet, o bien para desarrollar la economía de un país, dado que en ambos casos lo fundamental es conseguir la armonía de todos sus miembros, podemos hacernos la pregunta clave y que a todos los liberales nos inquieta ¿es necesaria la regulación para conseguir un buen resultado final?

Si preguntáramos si es necesaria o incluso imprescindible la regulación para que un país funcione, la mayoría sus habitantes responderían que si, excepto que topáramos con un liberal, que respondería que depende. Depende en primer lugar de la corriente de pensamiento con la que se sintiera más identificado, gobierno limitado, estado mínimo o anoarcocapitalismo, y en segundo lugar, pero no menos importante, dependería del grado de autonomía con el que ese ciudadano se pudiera considerar libre.

Una de las principales confusiones a la hora de plantear la necesidad de la regulación por parte de los gobiernos, es considerar que la ausencia de esa regulación gubernamental significaría que la ciudadanía entraría en un estado de caos en el que nadie respetaría a nadie. Más de una vez hemos escuchado como se asocia a que la gente comenzaría a robar y a destrozar todo aquello que encontrara a su paso por las calles, los padres abandonarían a sus hijos, que no estudiarían porque los colegios no existirían, y nos convertiríamos en una especie de salvajes vestidos de nuevo con pieles y casi comiendo carne cruda, porque en el momento que desapareciera la regulación, desaparecería la evolución humana y volveríamos a gruñir, en vez de hablar. La clase dirigente se ha encargado durante mucho tiempo de introducir en nuestros civilizados cerebros que su ausencia significaría en la práctica el fin de la civilización. Sin embargo los liberales no planteamos el caos como solución, no hay más que hojear el libro de Juan Ramón Rallo “Una Revolución Liberal para España” para darnos cuenta de que en la España que nos propone, no hay ausencia de normas para la convivencia, sino libertad para que los ciudadanos puedan organizarse de la mejor manera posible. Siguiendo esta línea podemos apreciar que curiosamente en las sociedades cuyo Estado es más reducido, más peso tiene su sociedad civil y de forma voluntaria más solidarios son sus ciudadanos con aquellos que lo necesitan, sin que nadie les obligue a serlo con una ley de por medio.


Si nos centramos en España, el porcentaje de ciudadanos que respondería afirmativamente a la pregunta de si es necesaria la regulación resultaría elevadísimo. En cualquier estudio sobre el peso que debe tener el Estado y hasta dónde debe llegar, nos podemos echar las manos a la cabeza por el grado de injerencia que necesitamos los españoles para sentir que nuestros gobernantes lo están haciendo bien. Sin embargo, y esto es algo que deberíamos considerar del todo freudiano, la economía sumergida española siempre goza de una fantástica salud y la encontramos situada en porcentajes muy elevados sobre el PIB, si la comparamos con los porcentajes de las economías sumergidas de nuestros vecinos. Por lo tanto ¿para que requieren los ciudadanos españoles tanta regulación, si luego son capaces de organizarse a la perfección sin ningún tipo de normativa, simplemente con el libre acuerdo de las partes?


Sí por tanto los ciudadanos somos capaces de organizarnos con poca normativa y libre acuerdo entre las partes, y si en algunas zonas del mundo esa ansiada libertad logra a veces abrirse camino, y sí incluso el ballet va rompiendo sus antiguas rigideces y el bailarín cada vez goza de más libertad actuando, ¿porque no avanzar en la misma dirección en España? Seguro que los sufridos españoles, con mucha menos regulación en nuestras vidas, lograríamos que nuestro día a día fuera parte de ese armonioso espectáculo que configura el arte de la economía. Si algún político fuera capaz de avanzar en esta dirección se llevaría mi más ferviente aplauso, o incluso... mi voto.



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