Poner en marcha unas instalaciones propias de gran ciudad ubicadas en un modesto pueblo cuyo censo no llega a las 8.000 almas se ha convertido en un dolor de cabeza para la corporación que preside el independiente Salvador Hernández
El
alcalde de Carboneras –tercero por la izquierda-, con los técnicos que han
elaborado el estudio de viabilidad del polideportivo.
|
Miguel Ángel Sánchez / 27·01·2016
Demasiado
grande, descomunal inversión para una población como Carboneras. El
Ayuntamiento tiene un problema: cómo poner en marcha unas instalaciones propias
de gran ciudad ubicadas en un modesto pueblo cuyo censo no llega a las 8.000
almas.
Ni la
más ambiciosa infraestructura deportiva contemplada en el catálogo de la Junta
de Andalucía se puede comparar con el mastodonte carbonero.
El
gobierno local trata de sacar rendimiento a más de 13 millones de euros
gastados, modificando una cuarta parte del edificio y asumiendo, incluso así, que
habrá de hacer frente a un déficit anual de no menos de 170.000 euros.
El
Madrid Arena de Carboneras, es decir, su mastodóntico pabellón deportivo,
plantea un problema de costes que ni el Ayuntamiento ni la población pueden
digerir. Sólo la apertura a modo de prueba que llevó a cabo el gobierno
Gicar/PP al poco de acceder al gobierno en 2011, supuso un desembolso de 1.200
euros en consumo eléctrico durante los sólo dos días que duró el experimento.
La
dimensiones del pabellón carbonero son tan extraordinarias que ni siquiera
vienen recogidas en el catálogo de instalaciones deportivas de la Junta de
Andalucía. ¡Consta de ¡cinco plantas! La Administración Regional prevé para
grandes ciudades un “Gran pabellón tipo 2” que ni de lejos se acerca al
edificio que uno se encuentra en la entrada de Carboneras. El pabellón premium,
el más exclusivo que construye la Junta en las ciudades andaluzas, incluye una
pista de baloncesto, otra de balonmano, 1 de fútbol sala, 1 de voleibol más
tres pistas de menores dimensiones de baloncesto y otras tres de voleibol. Todo
sobre 3.800 metros cuadrados, un aforo de 500 plazas fijas más 500 en grada
retráctil y un precio de 2.657.000 euros. Huelga decir que ahí van incluidos
los vestuarios, baños, enfermería, cafetería y demás servicios. Si además le
añadimos al “Gran pabellón tipo 2” una piscina cubierta, y no una cualquiera,
sino la mayor que contempla el catálogo oficial, en la que es posible practicar
waterpolo, natación y consta de un vaso de enseñanza, aforo para 300 personas y
una superficie útil de 4.300 m2, a los 2.657.000 euros habrían que sumarle otros
4.810.000.
En
resumen, la cifra máxima que reserva la Junta para un edificio con fines
deportivos de estas características, pabellón más piscina para una gran cuidad,
es de 7.467.000 euros, la mitad de lo que hasta ahora ha costado el coloso
carbonero. Y no es que Carboneras no tenga derecho “a tener lo mejor”, como
dicen algunos defensores del pabellón que en su día proyectó y construyó a lo
largo de una decena de años el socialista Cristóbal Fernández, y que ha
precisado una inversión que, sin llegar a concluirse, supera los 12 millones -7,2
salieron del Ayuntamiento- y que va camino de los 15 con las modificaciones que
van a ser necesarias si se quiere hacer un uso racional de la instalación sin
que las arcas municipales acaben arruinándose, no.
La cuestión estriba en la
sobredimensión del edificio y sus equipamientos, que superan con mucho las
necesidades de una población que no llega a los 8.000 habitantes censados.
El
gigante tiene 9.604 metros cuadrados construidos con asientos para 1.700
vecinos, 16 urinarios, 38 inodoros, 54 duchas, etc, etc. La suma de lo
invertido en la construcción de la piscina cubierta y el pabellón de deportes
de Vera, con una población que casi dobla la de Carboneras, no alcanzó los 5
millones de euros.
El
problema al que se ha enfrentado el gobierno local es cómo tener el pabellón
operativo y soportar los costes. Y ello entre comentarios poco razonados de
vecinos que seguramente nunca lo usarán pero quieren verlo en funcionamiento.
Así somos los españoles.
“El
polideportivo se inició en 1998. El anterior equipo de gobierno quiso
inaugurarlo para los Juegos del Mediterráneo de 2005, luego para 2007, después
para 2008, 2010, y en 2011 perdieron el gobierno y nos dejaron el pastel, que
es como una gran tarta. Trece millones de euros nos hemos gastado ya y los
ciudadanos lo que quieren es poder utilizar la piscina municipal, y como el
pueblo lo quiere, es una obligación mía satisfacer sus deseos”, declaraba a
esta redacción el alcalde, Salvador Hernández.
Y no
sólo la piscina, también las pistas deportivas ¿qué hacer? “Como el pueblo
quiere polideportivo, hemos encargado a una serie de técnicos darle forma a esa
gran tarta y nos han entregado un estudio con los números”. A grandes rasgos, usar
sólo una cuarta parte de una construcción más propia del Egipto de los faraones,
es decir, abrir al público 2.740 m2 de sus 9.604 m2, supondrá un gasto
adicional de 560.000 euros. “Después habrá que comprar el equipamiento”.
“La
piscina tiene 2,20 m de profundidad, que está bien para profesionales de la
natación, pero no para hacer acquagym. Eso significa que hay que levantarla
para rebajarle altura y dejarla entre 1,20 y 1,60 m, lo que significa menos
agua que calentar y, por tanto, un ahorro. Después hay que hacer una más
pequeña para chapoteo, para que los más pequeños se puedan iniciar en la
natación”, explica el regidor.
También
se han de modificar los accesos, “porque son cinco alturas las que tiene el
polideportivo y únicamente vamos a actuar sobre dos plantas”. El resultado será
una pista para la práctica de varios deportes, un gimnasio, una sala de
spinning, otra de actividades diversas, la remozada piscina, pistas de paddle y
los correspondientes servicios”.
Con
sus actuales dimensiones y usos, abrirlo al público sin que ocasione déficit
supondría contar con 880 usuarios. “Eso sería posible si nuestra población fuera
de 16.000 ó 18.000 habitantes, pero Carboneras sólo tiene 8.000 y a lo máximo
que puede aspirar es a tener entre 300 y 350 abonados”. Al final más de lo
mismo, el Consistorio tendrá que subvencionar a la empresa que se haga cargo de
la gestión “y lo vamos a pagar entre todos los carboneros”, comenta resignado
Salvador Hernández. Se estima que las reformas podrán estar finalizadas durante
este año 2016, quedando la licitación de la gestión para finales del presente
ejercicio o para los primeros meses de 2017.
¿Y por
qué un pabellón tan exageradamente grande para Carboneras? ¿Qué motivó un
proyecto de esta envergadura tan innecesario como inservible? “Donde hay
despilfarro, y en el polideportivo lo ha habido, siempre es más fácil que se
pierda dinero. El despilfarro es sinónimo de corrupción, no me cabe duda”.
Casi 300.000
euros de coste frente a 120.000 de ingresos
Los
estudios de costes derivados de la puesta en marcha de una cuarta parte del
pabellón carbonero apuntan a 290.550 euros anuales. Esos mismos estudios
estiman un déficit de 170.150 euros, es decir, sólo se ingresarán 120.400.
El
desglose de gastos es el siguiente. “Consumo
de gasoil, 45.000 euros; consumo de electricidad, 40.000 euros; consumo de Agua,
6.000 euros; salario de trabajadores, 135.000 euros; Seguridad Social de los trabajadores, 44.550 euros; productos químicos,
3.500 euros; material deportivo, 1.200 euros; más análisis de agua, material de oficina, alarma, productos de limpieza…”.
La plantilla estaría compuesta
por 1 coordinador, 2 recepcionistas, 2 limpiadoras, 1 operario de mantenimiento,
5 SOS técnicos (media jornada), 6 AADD- Técnicos (media jornada), 2 técnicos
de pádel (media jornada).
La previsión de ingresos es de
120.400 euros al año. “65.000 euros provendrían de las cuotas de los abonados
-30 euros/abono-; 18.000 de los cursos de natación; 15.000 de alquiler de
calles y pádel; 12.000 de cursos de pádel, etc”.
Para que el pabellón no fuera
deficitario sería necesario contar con 880 abonados, un número imposible de
conseguir en Carboneras, donde no será fácil llegar a los 300.
No hay comentarios :
Publicar un comentario