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Heredia y Viúdez especularon en Huércal Overa y Vera de la mano de Rodríguez Valero

Junto al empresario antense constituían sociedades inmobiliarias cuyas acciones vendían más tarde sin mover un ladrillo 



Heredia y Viúdez. FOTOMONTAJE.

Miguel Ángel Sánchez / 01·10·2015

Siempre operaban de la misma manera. De la mano del antense Diego Rodríguez Valero -DRV Expertos Inmobiliarios-, el director general de Cajamar José Luis Heredia y Bartolomé Viúdez, subdirector general y hombre de confianza del primero, participaban en la fundación o compra de empresas ligadas al mundo inmobiliario para poco después, sin que la sociedad llegase a desarrollar actividad alguna, vender sus acciones.

Ambos, en compañía del jefe de la zona Levante, el también vecino de Antas Francisco Alonso Guerrero, emprendieron aventuras empresariales a partir de 2004 que superficialmente no desembocaban en ninguna rentabilidad. Aparentemente. ¿Qué les animaba entonces a desafiar los estatutos de la Caja y el código ético de la entidad, que prohíbe categóricamente la especulación o actividades incompatibles con sus cargos, sabiendo que podían estar incurriendo en faltas graves o muy graves? ¿Por qué correr el riesgo de verse ante el comité de conflictos y enfrentarse a un expediente disciplinario previo a su despido o degradación en Cajamar? 

‘Huertos’ y Nieva Golf 

Los tres directivos registran Dopucasa SL el 10 de agosto de 2004. Cada uno aporta 40.000 euros para dotarla de capital. Días más tarde, el 13 de agosto, a través de Dopucasa entran en sociedad con Rodríguez Valero y Cía. constituyendo Huertos del Castillo SL de Huércal Overa. Los 120.000 euros de Dopucasa son los que aportan los de Cajamar para el capital social de la nueva sociedad -800.000 euros-, suscribiendo 120.000 acciones a razón de 1 euro por acción. Dos meses y siete días después, el 20 de octubre de 2004 y sin que Huertos de Castillo haya movido un ladrillo, Heredia, Viúdez y Alonso venden sus acciones a Rodríguez Valero y éste las revende a Gruinver 6 SL, de la que era también socio. ¿Cuál fue la ganancia? 

Por otro lado, el 20 de agosto de 2004, Dopucasa SL formaliza la escritura de constitución de una segunda sociedad con Valero. Su nombre es Nieva Golf Inmobiliaria SL -número de protocolo 4.073- y Dopucasa aporta 90.000 euros a un capital social que suma 450.766 euros. De nuevo, al igual que ocurre con Huertos del Castillo, los de Cajamar venden enseguida. El 21 de septiembre de 2004, tan sólo un mes y un día después de crear Nieva Golf y sin mover un ladrillo, se deshacen de sus participaciones, que son adquiridas en su totalidad otra vez por la ‘Gruinver’ de Rodríguez Valero y Cía. ¿Cuál fue la ganancia? 

Los datos los guarda celosamente el propio Valero, al que interesa proteger a sus socios y benefactores de la Caja. No en vano, las empresas en las que participaba Valero llegaron a recibir en concepto de créditos de Cajamar al menos 40 millones de euros, 18 de ellos para construir el residencial Coto de Vera, en el cruce de Puerto Rey. Gran parte de los préstamos resultaron fallidos dejando una deuda a Cajamar de 10 millones de euros que, no obstante y por decisión de José Luis Heredia y su segundo Bartolomé Viudez, fueron cobrados en dación de pago de viviendas y terrenos ¿Quién hizo las tasaciones de estos activos tóxicos? ¿Ganó o perdió la Caja? A los 10 millones habría que añadir la deuda todavía pendiente de Coto de Vera, 5.877.002 euros; eso sin contar los intereses generados desde 2008, fecha en la que se deja de pagar. 

El negocio de Vera 

La cuarta operación de José Luis Heredia, Bartolomé Viúdez y Francisco Alonso se sustancia en la compra de una sociedad, también sin actividad, cuyos activos son unos terrenos de escaso valor situados entre Vera y la playa. 

Aunque la citamos en cuarto lugar, lo cierto es que la compra de Vera Gestión del Patrimonio SL fue la primera incursión de los tres directivos de Cajamar en el mundo inmobiliario comarcal. La adquisición tuvo lugar el 6 de febrero de 2004 en una de las notarías de Vera con el número de protocolo 344. 

Diego Rodríguez Valero embarca a sus amigos de la Caja y a una conocida de éstos, Petronila Sánchez, natural de Vélez Rubio, como Heredia, en una operación que podía salir redonda si se aprobaba el PGOU veratense. 

Vera Gestión del Patrimonio SL era propiedad de tres conocidas personas de Vera - juntos a sus esposas-, ninguna ligadas al mundo de la construcción. La sociedad fue creada el 6 de septiembre de 1996 para comprar un conjunto de terrenos de poco menos de 4 Has. y media de secano frente a Vera Hotel. A saber: 

- Finca rústica en el Pago de Cabuzana de 2 Has. 1 área y 60 centiáreas, con número registral 4.830. 

- Rústica de predio de tierra al pago de Cabuzana de 5.357 m2, con número registral 8.370. 

- El 50% de 7.544 m2 de rústica de secano en el Salar de Cabuzana, con número registral 7.823. 

- Y el 50% de 3 Has., 02 áreas y 16 centiáreas -1 Ha. y media- en el mismo paraje que las anteriores. 

Los terrenos provenían de una herencia que los beneficiarios tenían prisa por vender. Los de Vera adquirieron a la espera de una futura revalorización. Efectivamente, la oportunidad llegó, y lo hizo de la mano de Rodríguez Valero, que ocho años más tarde ve en la compra de estos bienes una notable posibilidad de negocio. 

Valero, Petronila, Heredia, Viúdez y Alonso pagaron por Vera Gestión del Patrimonio SL la nada desdeñable cifra de 300.000 euros, a razón de 60.000 euros por cabeza. El 100 por 100 de las acciones se repartieron en 5 partes, un 20% para cada suscriptor. Petronila y Diego Rodríguez deciden ser la cara de la nueva sociedad asumiendo el papel de administradores mancomunados. Los de la Caja se quedan fuera de los focos, en una discreta posición, en la penumbra, como simples socios, para que no se les identifique. No era fortuito. Aquello seguramente no era compatible con sus responsabilidades en la entidad. 

Si como ha quedado reflejado anteriormente, la compra de los de Cajamar y Valero se efectuó el 6 de febrero de 2004 por 300.000 euros, sólo 15 días después, los nuevos propietarios ya valoraban el conjunto de tierras en 1.352.000 euros. ¡Más de 300% de su valor de compra! ¡Y sin mover un ladrillo! Así lo hicieron saber a un empresario que se interesó por ellas. Y todo sin ninguna garantía de reclasificación más allá de una simple gestión ante el Ayuntamiento, con el objetivo de que se pudiera desarrollar para fines urbanísticos residenciales el sector RT-2 de Vera en el que se enmarcaban estas tierras. 

Dicho de otra manera, la simple posibilidad –sin ninguna garantía- de que se clasificaran los terrenos los revalorizaba más de un 300%. Al menos a los ojos de Valero, Petronila, Heredia, Viúdez y Alonso. 

Ni qué decir tiene que como todas las sociedades que a partir de ese momento iban a compartir, tendría su sede social en las oficinas de DRV en la calle del Mar número 3 de Vera. 

A día de hoy, los terrenos siguen sin desarrollar. De hecho, más tarde, aprobado el PGOU de Vera, no llegaron a clasificarse para uso residencial sino para uso terciario, es decir, para la ubicación de industrias y comercios. No sólo eso. Una fuente de toda solvencia municipal ha asegurado a este medio que Rodríguez Valero nunca llegó a hacer gestiones para posibilitar la construcción de viviendas. ¿A qué venía entonces la revalorización de más del 300% decidida por los de Cajamar y sus otros dos socios? ¿Acaso era un burdo argumento para posibles compradores con el propósito de dar un pelotazo? 

Pero la historia volvió a repetirse. Tal y como ocurrió con Huertos del Castillo y Nieva Golf Inmobiliaria, vendidas ambas por los de Cajamar al poco de fundarlas, sin mover un ladrillo, con Vera Gestión del Patrimonio SL pasó lo mismo, aunque con una diferencia de tiempo muy superior. 

José Luis Heredia y Bartolomé Viúdez junto a sus esposas transfirieron sus participaciones en la sociedad transcurridos tres años y 11 días. El 17 de marzo de 2007, con una crisis en ciernes, un empresario llamado Matías Segura García cerró la compraventa con ambos en una notaría de Roquetas de Mar. Lejos del Levante y de posibles indiscreciones. Sabemos que cinco días después de la venta ambos cobraron en régimen de gananciales algo menos de una cuarta parte del valor de la venta. ¿Cuál fue la ganancia? 

Diversas fuentes consultadas por este medio conocedoras de la operación se han limitado a declarar que resultó muy satisfactoria para las dos partes. 

Tras seis informaciones publicadas por ACTUALIDAD ALMANZORA y transcurridos más de tres meses, Cajamar sigue sin pronunciarse sobre estas actividades especulativas de sus directivos.
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