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El PP confiado y errático

JOSÉ Mª MARTÍNEZ DE HARO

24·05·2016


DESDE LA SIMPLICIDAD de la observación cotidiana, no logro entender la confianza que anima a D. Mariano Rajoy y la cúpula del PP sobre una posible corrección del desastre que ha culminado tras estos seis meses inútiles en la convocatoria de nuevas elecciones. Opina el Sr. Rajoy que después del 26 de junio el PSOE no tendrá más alternativa que aceptar un Gobierno de coalición con PP y Cs. Ignoro la razón de ese optimismo, pero se contradice con lo que declara Pedro Sánchez y también Susana Díaz: "No es posible ningún entendimiento con el PP ni ahora, ni después". Si no fuera suficiente, Albert Rivera insiste en su primera condición al PP: "Cualquier acuerdo no será posible con don Mariano Rajoy como Presidente del Gobierno". A pesar de ello, Rajoy, acompañado siempre por la alegre coral de Génova, siguen afirmando que esa gran coalición está cerca. Impresionante hasta dónde puede llegar un análisis voluntarista sin otro fundamento que el miedo cerval de tantos a perder ese confortable estatus de poder muy bien retribuido que no encontrarían cuando salgan en fila hacia el desempleo. Así que el mantra "vamos a gobernar de nuevo" no es otra cosa que una elemental terapia de grupo. 

No es cuestión de profetizar nada, menos en estas circunstancias, pero dentro de las interrogantes que surgen sobre posibles pactos y acuerdos entre partidos, no se puede descartar la formación de un gobierno de izquierdas apoyado por Podemos, IU y los partidos secesionistas. Esta sería la salida más apetecida por Pedro Sánchez, el peor líder del PSOE descartando al anoréxico intelectual de Rodríguez Zapatero. Y ese detalle de irrelevancia política y escasa preparación, empuja a Pedro Sánchez a jugar a la desesperada su última oportunidad política. Le ayudaría el hecho de no vincularse a ningún otro acuerdo con Albert Rivera dejando libre de compromiso el camino hacia Pablo Iglesias que, esta vez sí, se pondría de lo más cachondo oliendo ya ese asalto al poder y satisfaciendo su inabarcable soberbia. Sería simplemente prudente que los pensadores del partido de la derecha encabezados por el ignífugo Pedro Arriola y su verborraica esposa, pudieran siquiera contemplar esta posibilidad de un gobierno de izquierdas frente populista, y en consecuencia trabajar en una campaña donde los candidatos del PP con su Presidente al frente mostraran algo de humildad y capacidad para admitir tantos errores conceptuales y de estrategia que le han traído al abismo a donde ahora están. La política muestra en ocasiones un panorama de inciertas componendas y de consecuencias imprevisibles para el futuro de España. El peor escenario es posible y son las torpezas del PP y de don Mariano Rajoy la razón del desánimo de tantos votantes de la derecha dispuestos a la abstención e incluso a no volver a votar las siglas del PP por la evidente desconfianza hacia sus dirigentes, rebajando así el suelo electoral de 2011. Resulta bastante sencillo de entender todo esto. Tan sencillo que lo entienden millones de votantes y millones de simples ciudadanos españoles , todos menos la amamantada cúpula del PP y su Presidente. No percibir la realidad resulta patético en política. 

La realidad que señalan todas las encuestas la comparten la mayoría de analistas políticos, salvo apesebrados escribidores inundados de mensajes sobre una solución ideal protagonizada por Rajoy con el acuerdo con Albert Rivera y la abstención del PSOE. De ser esto cierto, sería sin duda un alivio, aunque pasajero por la falta de empatía entre los grandes partidos constitucionales y la cerrazón tozuda de Pedro Sánchez. Pero vayamos al terreno de la hipótesis y la ficción: ¿qué discurso nuevo puede ofrecer el PP para superar los 123 diputados actuales? En estos últimos meses nada relevante que hubiera entusiasmado a los votantes acompaña la gestión del Gobierno ni del PP. Más bien una tediosa impasibilidad y una atonía política sin precedentes. Solo en la ficción se podrá ignorar que el PP arrastra en penitencia los cadáveres políticos de tantos corruptos y ese es un lastre ineludible en las próximas elecciones. La corrupción, mal que pese, acompañará al PP para desolación de sus candidatos. Y esto no significa que el PSOE, ariete contra la corrupción del PP, tenga la titularidad moral y la honestidad pública para ese papel purificador. Al contrario, el PSOE acumula tantos casos de corrupción que inundan las cloacas de Andalucía, Galicia, Aragón, etc., y por ello carece de autoridad, de ética y de moral para criticar por esto a ningún partido. 

Pero , a pesar de todo, por encima de la lógica y el interés público, el panorama tras las elecciones se presenta sombrío y abre una gran interrogante sobre el futuro de España y el bienestar de los españoles. Y don Mariano Rajoy declara en la SER con convicción profunda, "No es bueno para España ni para el PP que yo me vaya". Pues eso.

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