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¿Quo vadis Sánchez?

JOSE MARIA MARTINEZ DE HARO



11·10·2016

YA HA QUEDADO antiguo el análisis electoral en Galicia y el País Vasco. La derrota clamorosa del PSOE ha ocupado páginas y tertulias hasta la extenuación. Sin embargo sus consecuencias siguen vivas y han provocado en el PSOE una catarsis de dimensiones siderales. El PSOE implosiona. La descomposición del principal partido de Gobierno en España desde la transición se acelera con el paso de los días. Ahora las miradas están puestas en Susana Díaz que por vez primera parece decidida a postularse para el liderazgo del partido. En plena batalla Felipe González ha dicho que se siente engañado por Pedro Sánchez en relación a la abstención en la segunda investidura de Rajoy. En este escenario de fuego cruzado, los principales periódicos de España lanzan diariamente obuses en editoriales y artículos de opinión a la línea de flotación de la que hasta hace unos días era la ejecutiva y muy singularmente contra el ya exsecretario general Pedro Sánchez. Destacan también históricos dirigentes del PSOE entre ellos Felipe González, José Bono, Jose Mª Barreda, Rubalcaba, Antonio Miguel Carmona, Joaquín Leguina, José Luis Corcuera, Rodríguez Ibarra, así como los Presidentes de Castilla La Mancha, Extremadura, Asturias y Susana Díaz acompañada de la Ejecutiva Federal del PSOE andaluz. 

Atrás ha quedado la desesperada aventura de Sánchez sobre el posible entendimiento con Podemos, Mareas, nacionalistas, secesionistas, anti sistema, etc. para conformar un gobierno liderado por él mismo. Atrás han quedado las tácticas engañosas de este secretario General que lleva a sus espaldas el logro de haber fracturado su partido tras perder consecutivamente seis procesos electorales. Pedro Sánchez es ya un cadáver político a la espera de su funeral pero esto no resuelve la cuestión de fondo. ¿Que será del PSOE?, ¿tiene futuro este partido en el nuevo espacio político? Para entender esta cuestión cualquier preocupado militante socialista ha de ser tremendamente sincero, desapasionado y muy lúcido. El PSOE histórico de raíz marxista que fundó Pablo Iglesias Posse, en realidad no existe. Se fue agotando por los errores y responsabilidades en la II República y después en la larga travesía de la dictadura del general Franco. La izquierda española se identificó entonces con el PCE, partido en el exilio con presencia activa en la oposición al franquismo. Fue en los albores de la transición cuando apareció este nuevo PSOE, invento que emerge en el Congreso de Suressnes (Francia) de la mano de unos jóvenes sevillanos que aceptaron sin titubeos la tutela de sus padrinos políticos y económicos, la socialdemocracia alemana (SPD) de Willy Brandt y el Departamento de Estado de EEUU, quienes pusieron los dólares y los marcos alemanes para que la socialdemocracia se instalara en la España de la transición evitando así, en plena Guerra Fría, conatos o intentonas de corte marxista en un país de la órbita occidental. 

Ese periodo se comenzó a cerrar con el innombrable José Luis Rodríguez Zapatero, que reavivó viejas rencillas derivadas de la guerra civil y la post guerra, y decidió además cuestionar los logros de la transición proponiendo una relectura de los últimos setenta años de la política española. Todo lo que Felipe González y sus gobiernos, los demás dirigentes y la propia militancia socialista habían aportado a la consolidación de la democracia, a la modernidad de España y la convivencia pacífica de los españoles, quedaba disminuido por un irresponsable y sectario secretario General del PSOE, que finalmente hubo de abandonar la política humillado por sus fracasos. De la herencia de Zapatero se derivan la mayoría de los males que hoy padece el PSOE. De esa herencia y falta de criterio sobrada de fanatismo, surge este nuevo secretario General, Pedro Sánchez, que con sus errores y ambición sin límite ya ha enterrado formalmente lo que quedaba de socialdemocracia activa en el PSOE, arrumbada entre los fracasos electorales y la falta de una defensa firme de los líderes históricos, acallados por esa norma disciplinaria y también por las oscuras pretensiones de unos y otros en el reparto de poder territorial del PSOE. 

Pero sería injusto achacar todos los males presentes a una única persona, Pedro Sánchez. Para llegar a esta declarada guerra interna que ha fracturado el partido de manera, tal vez, irreconciliable, hay que considerar otras causas más profundas que podría resumir en cinco. 

La primera sería la irrelevancia política de los actuales dirigentes, escasos de formación, sin experiencia en la política activa, sin conocimiento de lo que significa el PSOE y su larga historia, animados todos por un ansia desmedida por mejorar su situación personal en las amplias coberturas del poder. La segunda, los sucesivos fracasos electorales del PSOE, la constante pérdida de votantes que se pueden calcular desde 2008 hasta 2016 en 8.140.000, la mayoría con Pedro Sánchez y también con Zapatero; votos tradicionalmente socialistas que han preferido otras siglas o se han abstenido. La tercera, la aparición de nuevos partidos situados en la izquierda extrema de inspiración marxista. A saber, Podemos, Ahora Madrid, Mareas, En Comú, Compromís, etc, cuyo objetivo es sustituir la referencia del PSOE en la sociedad española y atraer sus votantes con un proyecto de carácter revolucionario y abiertamente rupturista con la tradición socialdemócrata y con los valores constitucionales de la transición democrática. La cuarta, el silencio de acreditados dirigentes socialistas, que en su momento pudieron frenar esta peligrosa deriva con la misma energía que muestran ahora, cuando la guerra interna es una realidad de consecuencias incalculables para el PSOE. Y la quinta, la ausencia de un proyecto socialista capaz de cohesionar las tendencias internas del propio partido, competente para abordar los graves problemas que afectan a España y consolidar de manera firma la voluntad mayoritaria de los españoles en relación al presente y futuro de España. 

En este escenario tan sumamente complejo, con el partido quebrado en dos mitades, con la advertencia del exsecretario general de concurrir a unas nuevas elecciones internas y volver a liderar al partido, ¿quo vadis, Pedro Sánchez? ¿hacia dónde te encaminas PSOE?




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