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Qué delito cometí

JOSÉ BALLESTA BERNAL     


18·04·2017


PIDO LICENCIA A Calderón de la Barca para que Segismundo, el príncipe encadenado protagonista de su obra La vida es sueño, ponga voz al edificio propiedad de la Asociación Cultural La Cooperativa que, como él, ha sido injustamente condenado, no por un rey cobarde y supersticioso pero sí por reyezuelos y su cohorte con suficiente poder para hacer daño a quien no soportan por ser distinto a ellos, por atreverse a hacer lo que ellos son incapaces de realizar, por miedo a que ese alguien ponga en evidencia su pequeñez o les robe su imaginario reino, y todo ello sin que ese alguien haya tenido jamás intención alguna que no fuera la de contribuir con su granito de arena a la mejora de nuestra sociedad, a que ésta sea un poco más justa y equitativa. 



Oigamos el lamento: 

¡Ay, mísero de mí, y ay, infelice!

Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros, naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido;
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
que yo no gocé jamás?
Nace el ave…
Nace el bruto…
Nace el pez…
Nace el arroyo...
En llegando a esta pasión,
un volcán...
¿Qué ley, justicia o razón,
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?



En el drama, Segismundo, resentido por su injusto castigo, decide tomar venganza. Pero, finalmente, se da cuenta de la inutilidad de ésta y, dudando si lo que vive es sueño o realidad, decide obrar bien. Triunfa así la justicia sobre la cobardía, la superstición y el insano sentimiento de venganza. 

Nuestro edificio, que hoy se lamenta usando las palabras del príncipe encadenado, sólo demanda justicia, no quiere venganza, no guarda rencor a nadie, pero va a luchar hasta la extenuación hasta conseguir ser tratado con equidad y justicia. 

En estos momentos libra una dura batalla con la insensible Cajamar y está reactivando los contenciosos pendientes con el Ayuntamiento de Huércal-Overa. Estoy absolutamente convencido de que, como ocurre en La vida es sueño, al fin triunfará la justicia. A la Asociación Cultural La Cooperativa, a la Sociedad Casino Principal y a mí mismo ya se nos ha hecho todo el daño que se nos podía hacer. De la lucha sólo podemos obtener reparación y, en el peor de los casos, quedarnos con el dolor ya causado. 

Si alguien recuerda los principios de esta odisea sabrá que no nos rendimos ante la primera adversidad. Para nosotros no sería novedad ganar un contencioso o encontrar recursos cuando parece imposible hacerlo. Por ello y porque estamos seguros de que nos asiste la razón, no cejaremos en nuestro empeño.


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