Las actividades privadas ligadas al ladrillo y de naturaleza claramente especulativa del director General José Luis Heredia y de su número dos Bartolomé Viúdez, no parecen ser obstáculo para que la cúpula de la Caja les respalde como futuros miembros del máximo órgano de la entidad
Bartolomé Viúdez |
Miguel Ángel Sánchez / 10·03·2016
Las actividades privadas ligadas al ladrillo y de naturaleza claramente especulativa del director General José Luis Heredia y de su número dos Bartolomé Viúdez, no parecen ser un obstáculo para que la cúpula de la Caja les respalde como futuros miembros del máximo órgano de la entidad.
Tras el anuncio del actual Presidente Juan de la Cruz Cárdenas de no presentarse a la reelección, Heredia y Viúdez aspiran, con el aval de los salientes, a situarse como vicepresidente segundo y vocal, respectivamente, del nuevo Consejo Rector.
Al tiempo que daban el visto bueno a créditos millonarios a empresas de Rodríguez Valero y Miguel Rifá, hacían con ellos negocios o formaban sociedades
Heredia, Viúdez y Alonso se enriquecieron, aunque cabe la ingenua pregunta de si la abundancia de dinero llegó gracias a la posición que les proporcionaba la Caja
¿Premia Cajamar la especulación y las discutibles actividades privadas y decisiones de sus altos cargos? La pregunta no es gratuita a tenor de los acontecimientos que se están produciendo en el seno de la entidad.
El pasado 26 de febrero, el veterano presidente del Consejo Rector, Juan de la Cruz Cárdenas, anunciaba su decisión de no presentarse a la reelección. Al tiempo, la prensa provincial informaba de la candidatura de Eduardo Baamonde para ocupar la vacante. Y junto a él, un equipo de 10 personajes notables entre los que figuran el actual director General José Luis Heredia, al que se le reserva la vicepresidencia segunda del ‘Consejo’, y Bartolomé Viúdez, que ocupará, si como todo apunta lo refrenda la Asamblea General el próximo 27 de abril, una de las seis deseadas vocalías.
No deja de sorprender que tras las pormenorizadas informaciones publicadas por ACTUALIDAD ALMANZORA sobre las incursiones de Heredia y Viúdez en el mundo inmobiliario de la comarca -de la mano de quien representaba al ‘Grupo DRV’, el antense Diego Rodríguez Valero-, ni los aludidos ni la Caja hayan emitido una simple nota aclaratoria sobre si tales acciones conculcan el Código Ético de la Entidad y sus detallados y exigentes Estatutos.
Las ocho informaciones que hemos ofrecido a nuestros lectores desde el mes de julio del pasado año, más las media docena de opiniones que complementaban las noticias, ponen de manifiesto unas ocupaciones de Heredia y Viúdez que bien merecen una investigación interna de Cajamar, cuyas conclusiones incumben a los 1,4 millones de cooperativistas que tiene la Caja y a sus 4 millones de clientes.
Especulan y ganan
Al tiempo que ambos, junto al Jefe de la Zona Levante, Francisco Alonso, daban su visto bueno a créditos millonarios a empresas de Diego Rodríguez Valero y Miguel Rifá, hacían con ellos o sus representantes negocios y/o formaban sociedades.
Préstamos, por otro lado, que han repercutido negativamente en los intereses de Cajamar al no ser devueltos en su totalidad y, en todo caso, retornar como activos tóxicos en forma de viviendas y terrenos devaluados.
La Entidad concedió a una de la treintena de empresas del Grupo DRV, Gruinver-6 SL y sus filiales, no menos de 40 millones de euros. Tanto Heredia, como Viúdez y Alonso, fueron socios en algunas de ellas –Nieva Golf Inmobiliaria SL y Huertos del Castillo SL, ambas con intereses en Huércal Overa-, aunque el papel de los tres banqueros –o cajeros- nunca pasó de la especulación. Dicho de otro manera, jamás culminaron o iniciaron proyecto alguno, puesto que a las pocas semanas de fundar las sociedades vendían sus acciones. El 13 de agosto de 2004 crean junto a otros Huertos del Castillo SL, y el 20 de octubre de ese año –dos meses y siete días después- venden sus participaciones a Valero. Y el 20 de agosto crean junto a otros Nieva Golf Inmobiliaria SL, y el 21 de septiembre –un mes y un día después- venden sus participaciones a la Gruinver-6 SL de Valero. Así operaban. Esas mismas sociedades eran más tarde respaldadas financieramente por Cajamar con millonarias cifras en forma de créditos.
No sólo eso. El propio empresario Rodríguez Valero, en representación de Gruinver-6 SL, adquirió a alguno de ellos propiedades que no eran más que tierras de secano pagando hasta 1,4 millones de euros por 8 Has. rústicas en Turre, cerca del cementerio, que siguen ahí, sin reclasificar, y, por tanto, sin posibilidad alguna de uso urbanístico. La operación se cerró con Francisco Alonso, el Zona, el 19 de enero de 2006, que cobró 233.000.000 pesetas en pagarés que alguien se encargó de que estuviesen avalados por la propia Caja.
Otra destacable operación la inició Bartolomé Viúdez el 6 de febrero de 2004. Este vecino de Nieva y actual subdirector General y ahora candidato a vocal del Consejo Rector, invirtió 60.000 euros en unas tierras de secano en Vera. Tres años más tarde, el 17 de marzo de 2007, vendió sus poco más de 7.000 m2 por 1.232.070 euros. Los adquirió Inversiones Italán SL, una sociedad participada por Miguel Rifá, otro empresario con fuertes vínculos/deudas con Cajamar e investigado por Hacienda por la presunta defraudación, “a través de un plan preconcebido”, de 130 millones de euros en impuestos (*).
Los 7.000 m2 eran parte de una propiedad de poco más de 4 Has. que el ya citado día 6 de febrero de 2004 adquirieron solidariamente Heredia, Alonso, Rodríguez Valero, la empresaria velezana Petronila Sánchez y el propio Bartolomé Viúdez.
La desproporción entre el valor de mercado de lo comprado y lo que se acabó pagando por ello es tan abrumadora que escandaliza hasta al más lego en la materia.
El Consejo les respalda
Así pues, con antecedentes como la otorgación de créditos a empresas amigas que retornaban a la Caja en forma de activos tóxicos o bienes devaluados; con las acciones especulativas que realizaban con sus empresas, que a las pocas semanas de fundarlas y sin que éstas registraran ninguna actividad, vendían sus acciones a Rodríguez Valero o a Gruinver –tanto monta, monta tanto-; y con las suculentas ganancias por la venta de sus tierras de baldío, capaces de despertar la envidia del menos codicioso, la Caja, más concretamente su máximo órgano, el Consejo Rector saliente, respalda que José Luis Heredia y Bartolomé Viúdez aspiren a las más altas responsabilidades de la Entidad en calidad de vicepresidente segundo y vocal, respectivamente.
En definitiva, insistimos, estamos ante tres personas con importantes responsabilidades en la primera entidad de crédito de Almería –cooperativa para mayor detalle- que al tiempo que daban su visto bueno a préstamos millonarios a empresas de Diego Rodríguez Valero y Miguel Rifá, hacían con ellos o sus representantes negocios y/o formaban sociedades cuya sede era siempre la misma, la veratense calle del Mar número 3, donde se encontraban las oficinas del Grupo DRV.
A tenor de los documentos que maneja este medio, los tres se enriquecieron, aunque cabe la ingenua pregunta de si la abundancia de dinero llegó gracias a la posición que les proporcionaba la Caja.
Algo hay fuera de toda duda. Sus negocios no andaban lejos de la labor que desempeñaban en la Entidad. Al contrario, se observa un recorrido paralelo entre sus ascensos en la escala de mando y el establecimiento de relaciones que derivaban en negocios y sociedades, que a su vez desembocaba en la reunión de una importante fortuna.
Un dinero que el Consejo Rector debería determinar si acabó en sus bolsillos porque eran lo que eran; miembros del staff directivo de Cajamar y, por tanto, de quienes dependía la concesión de créditos a empresarios con los que se relacionaban en un plano más allá de la mera amistad, si es que ésta existió alguna vez. Empresarios, por otro lado, generosos, que a los pocas semanas de formalizar con ellos ante notario la nueva sociedad, adquirían las participaciones de los de la Caja sin que esas mercantiles registraran actividad alguna. En definitiva, destacadas gentes del mundo de los negocios en Almería que compraban a precio de brillante el m2 o cada una de las acciones que les vendían sus amigos banqueros.
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(*) La revista Expansión informó el dos de febrero de 2009 que “la deuda del grupo del empresario catalán asentado en Almería Miguel Rifá, supera los 600 millones de euros, y entre sus principales acreedores se encuentran el Banco Popular, Banesto y Cajamar, según fuentes de la compañía”. El grueso de esa cifra, contaba el periódico, correspondía a “la cabecera del holding, Predios del Sureste SL”.
Predios del Sureste era accionista de Inversiones Italán SL, la sociedad que en 2007 compró por la desproporcionada cifra de 1,2 millones de euros, 7.000 m2 de secano en Vera a Bartolomé Viúdez.
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Otros enlaces de interés:
Heredia y Viúdez mediaron para que otra empresa se quedara con parte de la deuda de su socio Valero Hasta tres sociedades inmobiliarias fundaron el director y el subdirector General de Cajamar con Diego Rodríguez
Los lazos de DRV con la elite financiera almeriense alcanzan al director general de Cajamar
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A veces,para llegar a ser director se necesita ser un especulador,e incluso un mafioso.
ResponderEliminarPero eso no sólo ocurre en la banca, en el periodismo también pasa.
Lo que esta claro en la noticia y con lo transcurrido y cambios que Cajamar ha llevado a cabo en su cúpula, hacen aun mas evidente que la información es totalmente veridica. Lo que esta claro que la especulación, la corrupción y las mafias, se dieron, se dan y se daran, pero cuando se hunde el barco el capitán suele ser el ultimo en saltar, a este(estos) directamente los han echado.
ResponderEliminarAhora que cada palo aguante su vela.