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Sánchez, Díaz y el futuro del PSOE

JOSÉ Mª MARTÍNEZ DE HARO

23·06·2016


PEDRO SÁNCHEZ SE desgañita en esta campaña electoral tratando de dar forma a un discurso imposible. Susana Díaz luce su mejor sevillanismo recomponiendo el gesto entre susto y pánico. No le ayuda en esta circunstancia el Juzgado nº 6 de Sevilla, ni Chaves, Griñán y Zarrías entregados al sonsonete de "yo no sabía nada". Ahora, con un visible temblor de piernas que escribe Ignacio Sánchez Camacho en ABC, (acojonaditos), han firmado una amnistía y hacen como si no ocurriera nada. Y se abrazan y se besan y se lanzan piropos en esos mítines facilones en territorio propio. 

No apunta bien la cosa para el PSOE a pesar de los esfuerzos de ambos. Las encuestas siguen tozudas en ese acelerón de Podemos/IU. Y él sigue con su indigerible monserga sobre la España Federal como slogan que diera cabida y solución a los gravísimos y complejos problemas que aguardan al nuevo Gobierno tras el 26-J. Y ella con su permanente empanada populista/buenista revestida de un típical entre lo rociero y el toque reivindicativo de los "descamisaos de su Andalusía". Ocurre que los "descamisaos" del PER, antes caladero inagotable del PSOE, ahora han migrado, según señalan las encuestas, a IU/Podemos tras Diego Cañamero y Manuel Monereo después de 34 años de lo mismo . Ni Sánchez con su federalismo, ni Susana con su salero trianero son ya suficiente barrera para detener la hemorragia de votos que anuncian una pasada por babor. Y resulta que es aquí, en Andalucía, donde se ganará o se perderá esta carrera por el Gobierno de España. 

Desde la perspectiva nacional y de futuro cuesta trabajo creer que todo esto sea una realidad próxima. Que la fuerza del PSOE, su atractivo y su poderío se hayan diluido en esos años hasta situarle como tercera fuerza política parlamentaria, pero es así como apuntan los expertos. Los mismos expertos señalan que el PSOE sigue sin afrontar ni corregir la peligrosa deriva donde le llevó el más irresponsable Presidente de España, incluido Manuel Godoy. La capacidad destructiva de aquel necio iluminado ha sido inmensa para España y para el PSOE. Pérez Rubalcaba intentó algo pero su tiempo había pasado y dio paso a un joven Secretario General, Pedro Sánchez, al que se suponían pocas ataduras con aquella época zapateril y que ahora compite como líder del PSOE sin haber resuelto nada aquello. Durante su liderazgo no ha sabido o no ha querido alejarse de la herencia nefasta del zapaterismo. Peor aún, ha incidido en las mismas notas diferenciales que llevaron al PSOE al borde de la socialdemocracia. Tampoco el sectarismo como arma política frente a sus adversarios. Ni los recuelos de una ideología plagada de tópicos y primitivismo como la vieja cantinela anti religiosa. Ni el revanchismo anacrónico referido a la guerra civil con la ley de memoria histórica como bandera de una revisión ideológica y sectaria que tanto daño está causando a la convivencia. Y asuntos que afectan a la médula de la sociedad en materia de libertades de elección en la enseñanza y en tantos otros sectores decisivos y propios de una moderna democracia europea. Ese conjunto de medidas de Zapatero dieron al PSOE un perfil que no se corresponde con los ejemplos de equilibrio y moderación de Felipe González durante la transición. 

En estos meses últimos, Pedro Sánchez, abocado a la desesperación, ha ahondado la brecha con guiños a los nacionalismos secesionistas y a los populismos radicales a los que ha regalado las principales alcaldías de España ignorando, tal vez, la gravedad que entraña para su partido y para los españoles. Y ahora, en el momento álgido, comienza a recoger una mala cosecha y esto intranquiliza y disgusta a quienes han dado al PSOE notables triunfos. Lo dirán muy bajito, otros no tanto como Rodríguez Ibarra, Ex Presidente de Extremadura e histórico del socialismo, quien afirma que "El PSOE es ahora un partido sin pulso y sospechoso de la unidad de España". Y así un grupo de notables del socialismo español, ex Ministros, ex Presidentes, ex Vicepresidentes, Diputados, Senadores, etc. Y todos coinciden en que Pedro Sánchez será políticamente y metafóricamente incinerado de ocurrir el presumible fracaso el próximo 26-J. Y resulta que él lo sabe o lo intuye. Tal vez por ello en esta partida electoral juega algunas cartas que no le corresponden y que no le convienen porque acercaría el posible triunfo por la izquierda de Podemos/IU, sería como entregarse a las fauces del lobo. 

Así las cosas, el futuro próximo de España estaría en manos del PSOE, quien habrá de decidir tras las elecciones si da paso a una posible coalición PP-Ciudadanos, o bien apuntala esa mayoría de izquierdas radicales y extremas que se anuncian, lo que le alejaría de la socialdemocracia europea. Sería el final de Sánchez y la cuestión para muchos analistas es que la única cabeza visible del recambio es la Presidenta Andaluza, una política local amamantada en las prácticas caciquiles del socialismo andaluz y rodeada de asuntos que ocupan varios juzgados andaluces y cuyos efectos colaterales están aún por llegar. 

Para muchos expertos sea cual sea el resultado electoral, el dúo Sánchez/Díaz no es lo mejor que podría ocurrirle al PSOE en estos momentos de tensión histórica donde se decide, entre otras cosas, el futuro y la realidad de España. 


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