Pepe Fernández / 21·10·2016
El medio que dirige el periodista Pepe Fernández, que fue durante 19 años responsable de Onda Cero Andalucía, ha decidido romper el sorprendente mutismo mediático que sobre las actividades de altos directivos de la Caja ha venido publicando ACTUALIDAD ALMANZORA desde julio del pasado año, y ha procedido a difundirlas a sus decenas de miles de lectores en toda la Comunidad Autónoma. “Consideramos de interés general estas informaciones sobre las que se ha extendido un tupido velo de silencio”.
A continuación les ofrecemos la interesante reflexión escrita por Fernández a modo de prólogo.
Las cajas rurales son las únicas entidades de crédito que, de momento, permanecen como “nuestras” y muy pegadas a gran parte del territorio andaluz. Caja Rural del Sur y Cajamar, los dos grandes grupos en Andalucía, funcionan de puertas afuera exactamente igual que antes de los movimientos telúricos producido con la desaparición de las cajas de ahorro en el sector financiero andaluz y español. Es más, incluso han pillado buenas migajas de la tarta de las cajas. Se estima que algo más de un 6% de la cuota de mercado de las desaparecidas cajas ha sido para las rurales en España.
No obstante Cajamar es algo más que una caja rural al uso. La entidad domiciliada en Almería es el eje económico –también social y político– entorno al que gira la vida de una porción muy importante de los clientes del mercado financiero del Levante español, especialmente el andaluz.
Sin dudarlo se puede afirmar que en Almería y comarcas de influencia limítrofes no se ha movido nada en estas décadas sin que la entidad financiera por excelencia de Almería, sus rectores, diesen su visto bueno, además de la oportuna financiación. Algunos, por lo que parece, hasta hicieron su agosto al calor de la burbuja inmobiliaria con el dinero que salía de la caja.
En la propia web de Cajamar, la entidad se presenta con unos datos que dan idea de la relevancia de esta institución financiera en la economía andaluza, amparado su funcionamiento bajo el paraguas de la legislación cooperativa española.
“Cajamar Caja Rural es la primera caja rural española y la primera cooperativa de crédito española, con más de 1,4 millones de socios y 4 millones clientes […] A 30 de junio de 2016, el Grupo cuenta con activos por importe de 39.892 millones de euros, un volumen de negocio gestionado de 67.773 millones de euros […] 1.223 oficinas y 6.091 empleados.
Está presente en 42 provincias”.
Son los grandes números, la imagen que intenta vender la entidad Cajamar a la opinión pública fruto de una gestión que, formalmente, ha ido dando resultados en las cuentas anuales y superando los llamados test de estrés, según publicita oficialmente la entidad.
Por otra parte parece bastante lógico pensar que dentro de una macroentidad de estas características exista en mayor o menos medida corrupción y corruptos, al menos en el mismo porcentaje existente en la sociedad en general.
Desde hace un año, una publicación comarcal del Levante de Almería, Actualidad Almanzora, viene destapando una serie de informaciones muy documentadas y contrastadas sobre actividades desempeñadas por altos cargos de la entidad que irían en contra de los intereses generales de la misma. Informaciones que, a día de hoy, han sido ignoradas y despreciadas formalmente por Cajamar.
Estos señores, José Luis Heredia y Bartolomé Viúdez, según las revelaciones periodísticas de las que CONFIDENCIAL ANDALUZ da cuenta a partir de hoy -17 de octubre-, habrían concedido, por ejemplo, créditos millonarios a personas cuestionadas fiscalmente o deudoras de la entidad, a cambio de que les comprasen privadamente a ellos bienes muy por encima de su valor de mercado. Personajes que según parece, habrían utilizado su puesto relevante en la entidad para hacer negocios particulares al margen de la misma y, posiblemente, con consecuencias económicas adversas para Cajamar y sus cooperativistas accionistas.
SOSPECHOSO MUTISMO
Algunos de los protagonistas |
Las informaciones publicadas en estos meses en distintas oleadas no han provocado ningún tipo de reacción oficial. Ni por parte de los aludidos Heredia y Viúdez, ni de la entidad Cajamar para la que siguen trabajando desde lo más alto del Consejo Rector; ni siquiera la Fiscalía de Almería ha movido un músculo para saber qué puede haber de cierto en las cosas que, negro sobre blanco, han ido viendo la luz y han sido la comidilla de los cenáculos políticos y económicos más selectos de Almería en estos meses. Por no hablar de empresarios supuestamente damnificados por estos tejemanejes, algunos con miedo a hablar en público. Lógicamente ningún medio de comunicación en Almería se ha hecho eco de estas informaciones del poderoso cliente publicitario que es para todos ellos la entidad Cajamar.
Y por supuesto no consta que los aludidos se hayan plantado en el juzgado de guardia a denunciar lo que se ha publicado, algo que a muchos puede llevar a creer en la veracidad de lo que se cuenta y sospechar sobre el tamaño del enorme iceberg que se ocultaría por debajo.
Dada la relevancia del asunto y tras comprobar cómo esta información no ha trascendido los límites de la comarca del Levante en Almería, nos planteamos publicarla en una serie de entregas informativas que ha venido sacando a la luz en estos meses Miguel Ángel Sánchez, periodista y editor de Actualidad Almanzora.
No obstante, para avanzarles de qué va la historia, éste podría ser el corolario a una truculenta actuación, lo que parece un modus operandi prolongado en el tiempo, que quedará desgranado para el lector en ésta y próximas entregas. Se trata precisamente de un fragmento de la ultima información publicada por Actualidad Almanzora sobre el escándalo:
El exdirector General y hoy vicepresidente segundo del Consejo Rector de Cajamar, José Luis Heredia, cobró de un cliente por el mismo procedimiento que su número dos Bartolomé Viúdez. Cada uno recibió 1.232.070 euros por la venta de 14.000 m2 de suelo yermo en Vera. Los pagó una sociedad del empresario Miguel Rifá, uno de los mayores deudores de la entidad que por aquellos tiempos, 2007, recibía abultados créditos.
La acaudalada operación, en la que cambiaron de manos 2,4 millones euros, forma parte del conjunto de actividades privadas que los de la Caja realizaron durante el boom inmobiliario, ligándose accionarialmente a empresas del sector clientes de Cajamar.
Cajamar opta por el silencio
“Desistimos hace tiempo de facilitar información sobre la posición de nuestra entidad al respecto de este asunto, para no facilitar polémicas sobre unos hechos que se remontan a hace más de diez años”.
Manuel F. Gutiérrez |
CONFIDENCIAL ANDALUZ se ha puesto en contacto oficialmente con Cajamar, a través de su Departamento de Comunicación, para preguntarle su versión o posición ante estos hechos denunciados por la publicación comarcal. Su máximo responsable, Manuel Francisco Gutiérrez Navas, ha señalado que “no vamos a entrar en polémicas puesto que todo lo publicado responde a otro trasfondo, como entiendo que ya conoces…” –¿…?–
“Es por ello –añade Gutiérrez Navas– que desistimos hace tiempo de facilitar información sobre la posición de nuestra entidad al respecto de este asunto, para no facilitar polémicas sobre unos hechos que se remontan a hace más de diez años, en un entorno empresarial y social que nada tiene que ver con el actual, y que hoy son alimentadas por personas cuya actuación responde a otro tipo de intereses”.
Respecto a los supuestos intereses de los que habla Cajamar y que se ocultarían tras estas denuncias periodísticas, nada han aportado. Ni un dato. Ni siquiera la evidencia de un escrito denunciándolo públicamente, exigiendo rectificación o una denuncia en el Juzgado. Una actitud que recuerda una práctica muy habitual cuando se denuncian presuntas corrupciones en el seno de respetables instituciones públicas, semi públicas o privadas: matar al mensajero, (no sin antes intentar comprarle). Pero del mensaje, del contenido de la documentación que ha visto la luz, nada de nada. Ni una explicación. No existe la transparencia de la que hablan en público sus gestores.
Como queda dicho, los dos principales protagonistas de esta historia, José Luis Heredia y Bartolomé Viúdez, ya no ocupan los mismos puestos ejecutivos de responsabilidad que tenían en Cajamar cuando arrancaron las primeras denuncias periodísticas. Los últimos cambios, no obstante, propiciaron sus relevos aunque siguen vinculados a la entidad nada más y nada menos que desde su Consejo Rector, en el que Heredia figura como vicepresidente segundo. Es por lo que consideramos de interés general las informaciones que se han venido publicando en estos meses y sobre las que se ha extendido un tupido velo de silencio en el entorno.
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