Hablamos con Félix Rodríguez París, vocal del Colegio de Administradores de Fincas de Almería
Félix Rodríguez París |
Javier Irigaray / 28·08·2015
La unidad administrativa de convivencia de los seres
humanos más cercana no es siempre el municipio. Gran parte de los ciudadanos
viven en un ámbito común que elabora sus propios presupuestos, obtiene y
gestiona los ingresos necesarios para cubrirlos y no le faltan problemas que
atender y solucionar. Pero, a diferencia de lo que aparece en una popular serie
de televisión, no existen intrigas para detentar el cargo de presidente. Al
contrario, casi todo el mundo prefiere escabullirse y, finalmente, la gestión
se encarga a un gestor profesional.
Hablamos de las comunidades de vecinos y lo hacemos con
un administrador miembro de la directiva que los agrupa en Almería.
- Hasta qué punto se implican los vecinos de una
comunidad en las decisiones que afectan a su convivencia.
- La gente no va a las reuniones de propietarios porque
nadie quiere ser presidente y para no vivir conflictos que son muy
desagradables, pero también porque las juntas se pueden alargar cinco, seis o
siete horas. Pero, sobre todo, son los conflictos. Nadie quiere quedar mal con
su vecino de al lado. Al menos públicamente.
- ¿Tan graves son los conflictos que se generan?
- En los conflictos entre vecinos existe un componente que
les coarta a la hora de emprender acciones. El sujeto que ha montado un prostíbulo
en el piso de al lado sabe dónde vives, conoce a tus hijos... lo que unido a
las amenazas y coacciones que se producen en este tipo de situaciones, impide
las denuncias y, por tanto, que intervenga la justicia. Es una de las razones
por las que nadie quiere ser presidente de su comunidad de vecinos, sobre todo
si tienen problemas de esta índole.
- ¿A qué tipo de situaciones se enfrenta un presidente o
el administrador de una finca?
- La relación en las comunidades de vecinos son relaciones
humanas básicas. Los vecinos se conocen. En las juntas escuchas cosas
verdaderamente increíbles. Yo me he encontrado con quejas sobre una pareja que
hace el amor de una manera, al parecer, muy ‘sonora’. En una comunidad de
Palomares usaban un piso como prostíbulo. También he conocido el caso de pisos
en que se vende droga... en las comunidades se viven situaciones muy
desagradables y los vecinos que las sufren lo pasan muy mal. Para colmo, aunque
la ley lo tiene todo muy regulado, con frecuencia es muy difícil cumplir los
acuerdos.
- ¿Cómo se resuelve un caso como el de tener un
prostíbulo en el piso de al lado?
- Muy mal. En Palomares, tras la denuncia de los vecinos, el
chulo de este ‘negocio’, ha destrozado las zonas comunes y la vivienda que
usaba como prostíbulo. La situación allí era insoportable, con un continuo
trasiego de clientes y prostitutas entre los menores y escenas muy subidas de
tono en la piscina... pero la prostitución no es una actividad ilegal, lo que
no es legal es que se actúe contra la voluntad de quienes la ejerzan.
Los procedimientos no son de hoy para mañana. Una actividad
molesta no se soluciona en 24 horas. Desde que el presidente, o cualquier
vecino, llama al administrador, éste habla con el propietario, si no te hace
caso, mandas un requerimiento por burofax que si no surte efecto obliga a
convocar una junta que te autorice a adoptar las medidas judiciales oportunas…
y el juzgado de Vera ya sabemos todos lo que tarda en resolver un caso.
- ¿No hay entonces respuestas inmediatas a la
conculcación de normas?
- Las normas establecen los horarios en que se pueden hacer
ruidos, pero ¿cómo los haces cumplir? ¿Cómo compatibilizas el descanso de unos
vecinos con la necesidad de refrescarse en la piscina de otros, o al vecino que
llega de trabajar a las tres de la mañana y se quiere bañar con el sueño del
que entra a las seis? Las normas en las comunidades suelen ser bastante
restrictivas. Las hay en las que no ves nada más que carteles de ‘se prohíbe’,
carteles que son fruto de un montón de situaciones molestas que ya han sufrido
los vecinos y no quieren que vuelvan a reproducirse.
Nadie dice nada a nadie por bañarse en la piscina sin hacer
ruido, pero, a ciertas horas lo que sucede es una fiesta, con vasos de cristal
y botellas que se pueden romper y provocar accidentes al día siguiente a los
demás vecinos. Hay vecinos que no entienden que está prohibido meter cristal o
fumar en un recinto usado por niños y se cabrean cuando se da la orden de
quitar los ceniceros de las piscinas. No es un tema de la comunidad, es un tema
nacional porque existe una ley que estipula que no se puede fumar, entre otros
sitios, en las piscinas.
Otro asunto complicado es compaginar que en la misma
comunidad conviven vecinos que viven ahí durante todo el año con otros que
vienen de vacaciones ¿cómo le dices a quienes están disfrutando de su periodo
vacacional que a las 12 no pueden hacer ruido? En las juntas saltan chispas y
reproches. La labor del administrador es mediar, intentar poner paz en juntas
en las que incluso se llega a las manos o alguien pide un notario que es la
antesala de un pleito, aunque el acta válida es la que elabora el administrador
de la comunidad, que es el fedatario público de la misma y tiene validez
notarial. En una junta no tiene por qué constar todo en acta, por mucho que
alguno siempre se empeñe.
- Usted administra varias fincas cercanas al lugar donde
tuvo lugar el festival Dreambeach ¿algún efecto colateral digno de mención?
- A un vecino, por dos días de alquiler le pagaron 600
euros, pero los daños causados fueron muy superiores. Desaparecieron
electrodomésticos, le rompieron la encimera, tiene que pintar la vivienda... se
va a tener que gastar mucho más de lo que ha cobrado. Pero la comunidad tuvo
que contratar vigilantes ese fin de semana para impedir el acceso de quien no
debía. Eso sin hablar de que alguien hizo sus necesidades en la piscina y hubo
que cerrarla varios días para limpiarla, sobreclorarla, encargar una analítica,
esperar resultados... hay un protocolo a seguir para velar por la salubridad y
seguridad de los usuarios que lleva de dos a tres días. En cualquier caso son
casos excepcionales, no ocurren normalmente.
- ¿Son muy exigentes en el tema de salubridad de las
piscinas?
- La ley obliga a hacer un análisis de agua al mes.
Controles de ph se hacen todos los días, pero analíticas, sólo una al mes. Para
mí, es insuficiente. Hay propietarios que se quejan, pero los presupuestos de las
comunidades son muy ajustados y suelen atenerse a lo mínimos que marca la ley.
Una analítica cuesta en torno a los 80 euros y la mayoría de las urbanizaciones
tienen dos zonas de baño, una de chapoteo y otra grande. Todo el mundo quiere
tener más servicios, pero en las juntas prefieren ajustar las cuotas y pagar lo
mínimo imprescindible.
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