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Donde se habla de Platón y también de la diosa Atún

SAVONAROLA

22·04·2016

Sólo dos consejos, dos, queridos míos, dio el caballero de la triste figura don Quijote a su fiel Sancho Panza antes de que, a lomos del brioso Clavileño, fuera a tomar posesión del gobierno de la ínsula de Barataria

“Primeramente, ¡oh hijo! –le advirtió-, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada. Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey, que si esto haces, vendrá a ser feos pies de la rueda de tu locura la consideración de haber guardado puercos en tu tierra”. 


Sabias enseñanzas, sin duda. Temer a Dios, que hogaño, en términos de gobernanza contemporánea, no es otro que el pueblo, y conocerse a sí mismo. 

Abundan, hermanos, los regidores que, bien a la gran escala o en otra más cercana, semejan a aquellos hombres que el filósofo griego Platón imaginó encadenados dentro de una caverna, sin más ver que sus propias sombras deformadas en las paredes de la cueva. No salían nunca y juzgaban el mundo así por lo que veían. 

Aquellos desgraciados jamás hablaban, porque no tenían con quién. Y cuando tuvieran ocasión de hacerlo, no sabrían qué decir. 

No como el poeta Valente, aquel gallego que eligió para vivir a Almería, la ciudad celeste. Valente gustaba de comer el sargo, y también el pargo, deliciosos manjares para sus finos sentidos, y llegó a decir del atún que era ni más ni menos que un dios. 

Y ya lo fue el túnido, amadísimos hijos míos, mucho antes de que él naciera, y era adorado por los egipcios. Le llamaban Atum-Ra, que viene a querer decir en cristiano “aquel que existe por sí mismo”. Era la primera forma conocida de una deidad que se correspondía con el sol. Se identificaba con el astro rey poniente que va hacia las entrañas de la tierra para renacer luego al amanecer, mientras que Ra era el sol en su cénit. 

El dios Atum tenía entre sus obligaciones la de conducir al faraón hasta el cielo, y vivía, bajo la apariencia de una anguila, en una gruta situada en la sexta morada del paraíso. 

Se sabe que tuvo descendencia, los dioses gemelos Shu y Tefnut, pero aún existen discrepancias sobre cómo se las apañó para procrear. Había quienes sostenían que los engendró desde su propia saliva; quienes creían que sólo necesitó masturbarse para ser padre y, también, los defensores de la teoría de que sus hijos fueron el fruto de unas relaciones sexuales esporádicas con su sombra. 

La representación más popular del dios Atum no adoptaba la forma de un pez bonito, sino la de una serpiente, el único animal que sobrevivirá al diluvio del fin del universo. 

Pero no es el dios Atum de los egipcios, sino el más cercano Atún de este lado del Mediterráneo, el dios de Valente, el que puso nombre a una suerte de agrupación musical de origen estudiantil. 

Dicen que empezaron a llamarles ‘tunos’ o ‘tunantes’ por su carácter ambulatorio constante, comportamiento muy semejante a la naturaleza migratoria de esa familia de peces. También puede que el parecido de su vivir errante tuviera que ver con el de los trabajadores estacionales que se desplazaban al sur de España en busca de las peonadas que en temporada proporcionaban las almadrabas. 

Así, también se cree que la palabra ‘tuna’ proviene de ‘tunante’, que era el término despectivo referido a esos estudiantes nocherniegos que hacían ruido a deshoras, que por uso derivó en ‘tuna’. 

Palmaria y cardinal es, hermanos míos, la relación genealógica entre la tuna y el dios Atún, puesto que sólo ella ha sido capaz de sacar de la caverna a quien ha preferido vivir reclusa en ella. 

Así, ha tenido que ocurrir una confluencia y coincidencia interestelar mucho más potente que aquella que alineó al señor Obama, don Barack, con su homólogo Rodríguez Zapatero, don José Luis, para hacer salir a una de las pocas regidoras, tampoco es la única, a fé, que en esta comarca no observa ninguno de los consejos del vencido, pero no convencido, hidalgo ingenioso de La Mancha. 

No recuerda este anciano fraile, amadísimos hermanos, ningún otro suceso acaecido en Mojácar que mereciera o mereciese palabra o explicación alguna de la popular alcaldesa exsocialista de la ciudad que es llave y amparo del reino de Granada. 

No mereció ninguna declaración el sabotaje que emprendió contra la emisora de radio hermana, hermanos, de este humilde periódico de comarcas, que en el colmo del paroxismo le llevó hasta el extremo de prohibir su escucha a los trabajadores del Ayuntamiento en horas de trabajo. 

Tampoco entendió la oportunidad de explicar porque grabó a los ciudadanos que ejercieron su derecho a manifestar pacíficamente su disconformidad sobre las obras de las plazas Frontón y Arbollón. Item más, cuando procedió a proyectar a cámara lenta la grabación en uno de esos saraos que suele contratar para su propia honra y prez a modo de corte de aduladores. 

Nadie recuerda haberle oído argumento alguno, por inane que fuese, sobre la firma del famoso contrato con la Dirección General de Costas que supondrá la construcción de otra minifase del Paseo Marítimo con la mayor parte del dinero aportado por los mojaqueros y casi gratis para el gobierno central, al que prácticamente le costará la gasolina del ministro de turno que venga a cortar la cinta y su dieta correspondiente. 

Menos aún ha explicado a uno de los empleados de la limpieza viaria por qué le ha prohibido expresamente darle las correspondientes caladas a sus cigarros. Más viniendo de ella, que con tanta facilidad se pone que fuma en pipa. Ni se sabe por su boquita de piñón nada sobre la proliferación de contratos a la grúa del marido de su exprimera teniente de alcalde. 

Aún se espera una explicación sobre los extraños casos de multiplicación de votos por correo en las elecciones municipales, hechos insólitos y misteriosos que, tal vez, merezcan el estudio y la investigación de Íker Jiménez o Alberto Cerezuela, una vez finado el doctor Jiménez del Oso. 

Aunque, ahora que lo pienso, mis hermanos predilectos, sí que es normal que sean las tunos quienes hayan conseguido que salga de la caverna e, incluso, hayan hecho hablar a la incorregible regidora de Mojácar. Aunque sólo sea por afinidad. 

O, ¿acaso me diréis que no fue jugada maestra de tunantes la última expulsión del señor Gagliardi de un pleno? 

-“¡Primera advertencia, a la segunda le expulso!” 

-“¿Será a la tercera?” 

-“Pues ya llevas dos ¿quieres que te expulse?” 

-“No”. 

-“Tercera, ¿sales sólo o te saca la policía?” 

¿No os parece jugada maestra? 

Sí, hermanos míos. Cautivo y desarmado me rindo y postro a sus pies. No es ninguna merluza, no. Es la mismísima diosa Atún. Vale.

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