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Delincuencia política

JOSÉ MARÍA MARTÍNEZ DE HARO

26·09·2016

TRES SENCILLAS PREGUNTAS: ¿Existe la delincuencia económica? ¿Existe la delincuencia común? ¿Existe la delincuencia política? Sobre la delincuencia económica tenemos en España amplio muestrario de noticias en los principales periódicos, noticiarios de TVs y tertulias. Algunos de los miles de delincuentes económicos han saltado a la actualidad y cumplen su condena en las cárceles o están incursos en un proceso penal. Sobre la delincuencia común poco hay que decir, pues es la más conocida, la que afecta al ciudadano común, y habrá que añadir que estos delincuentes llenan las cárceles con todas las garantías procesales que correspondan. De este amplísimo repertorio apenas se ocupan los medios informativos a excepción de casos inusitados y horrendos. Noticia son a diario los delincuentes políticos por su relevancia social y por la dimensión de sus delitos. Sin embargo sus vidas discurren tal que si no fueran delincuentes. Vuelvo a la pregunta base: ¿Hay delincuencia política? A tenor del sosiego y la complacencia, parece que en España no hay un solo delincuente político. Sin embargo la percepción generalizada es que el código penal y quienes lo interpretan y aplican son extraordinariamente exquisitos con los delitos políticos que a diario se cometen en este país. Spain is diferent. Es verdad, muy diferente del resto de países democráticos en cuanto al tratamiento de la delincuencia política. La rebeldía, la sedición, el proyecto continuado de romper el orden constitucional y trocear territorialmente un Estado soberano ignorado la voluntad del conjunto de sus ciudadanos, son delitos claramente tipificados en el código penal español. En países democráticamente impecables, los miembros de la mesa del Parlamento de Cataluña, los de la Generalitat y quienes activamente hubieran colaborado con los separatistas sediciosos y rebeldes estarían hace ya meses en las cárceles. Por ejemplo en Francia, en Alemania, en Noruega, en Inglaterra, en EEUU, etc, etc. Asimismo cuando la delincuencia económica perpetrada con dinero público, la corrupción, se disfraza con la máscara de la política, permite en España situaciones inexplicables para el común de los españoles. La familia Pujol al completo posa estos días estivales en una foto de sus vacaciones en la Cerdaña. El Patriarca, padre de un sector de Cataluña que busca la independencia, Jefe del Clan del Expolio Continuado, muestra una sonrisa radiante junto a su esposa y su prole, imputados todos por diversos delitos en relación al cobro de comisiones y desvíos de dineros públicos. Sin embargo, según su estilo de vida, su total libertad para seguir en los manejos, parecen encantados de las prácticas ilícitas. ¡España nos roba!, gritará a coro la familia Corleone de la Cerdaña. Y cabe preguntarse, ¿Qué pensara de todo esto un preso común del Acebuche? 

HABLANDO CON UN PRESO DEL ACEBUCHE 

He logrado conectar con uno en permiso penitenciario y me dice así; ¿Que qué pienso de esto? Que todo es una mierda. No puedo creer que en España haya verdadera justicia. Yo no he podido pagar un buen abogado, y me arrepiento de lo que hice. Mis hijos se las valen como pueden, mi mujer me dejó al poco de entrar en el trullo. Me quedan dos años y viendo la tele me dan ganas de romperla. 

Volviendo a la delincuencia política. Al referirse a ella, se ha logrado maquillar el lenguaje, trastocar el sentido de la realidad. Los delincuentes políticos se presentan como víctimas de una tiranía. La falacia primera es que niegan la realidad. España, no hay que insistir en ello, es un país democrático y las Instituciones se fundamentan en la legitimidad de un Estado de Derecho sometido a una Constitución aprobada clamorosamente por los españoles. Y justamente por ser un Estado de Derecho, en él encuentran amparo los delincuentes políticos al ser respetadas y aplicadas al extremo todas las garantías procesales que favorecen a esos delincuentes. Y así el ciudadano Otegui y sus compinches pueden expresarse y pueden transitar en libertad sin más límite que el imperio de la Ley. Y ahí está el meollo de toda esta ignominia, los delincuentes políticos, Otegui también, estiman que la política, los objetivos políticos, cualesquieran que fueren, están por encima de la Ley y de la democracia parlamentaria. Asimismo los miembros de la CUP, de ERC, de la Asamblea Nacional de Cataluña, los de Omnium Cultural, y una larga lista de separatistas sediciosos. 

Por todo ello, la condena firme de Arnaldo Otegui señala que no podrá ser elegido ni ostentar cargo público hasta 2021. Así se ha expresado el Tribunal Supremo, la Junta Electoral Central, la Junta Electoral de Guipúzcoa y la propia Fiscalía corroborando la sentencia en sus términos exactos. Otegui no podrá ser candidato de Bildu en las próximas elecciones vascas. Ante tal “atropello a la libertad” han salido a tropel los Grandes Demócratas de Toda la Vida: Errejón, Pablo Iglesias, Alberto Garzón y los filo etarras clamando a coro contra el Estado opresor. Podemos, siempre orgulloso de su penúltima necedad, afirma con solemnidad “que los ciudadanos sean quienes decidan los que les representen”, ¿podrían los ciudadanos vascos escoger a un violador para esa representación, un falsificador, un atracador? Asimismo el joven Alberto Garzón, con su comunismo enquistado en el cerebelo, añade que la sentencia y la decisión de la Junta Electoral de Guipúzcoa declarando inelegible a Otegui “es una cacicada”. Tal melonada muestra su incapacidad para aceptar las reglas de la democracia, además de una necedad impropia de alguien que desea gobernar en España. 

La delincuencia política existe, basta que algunos totalitarios, enemigos del orden constitucional, se posicionen contra las Leyes, contra los Tribunales y se burlen del Estado de Derecho que es la garantía de las libertades. 

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