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Inmoralidad política

JOSÉ MARÍA MARTÍNEZ DE HARO

08·02·2017
DESDE LA GRECIA antigua, filósofos y moralistas señalaban que la fundamentación en el ejercicio de la cosa pública habría de inspirarse en la moral. La moral. No se trataba aquí de la moral en el concepto cristiano o dogmático, sino en el amplio sentido que dignifica la ser humano en sus relaciones con la sociedad. 
Sin embargo, desde tiempos remotos, la moral no ha brillado especialmente en aquellos dirigentes que han determinado el destino de pueblos y naciones. Más bien la inmoralidad, la codicia, la ambición desmedida, el orgullo, el ansia de poder, todos esos gusanos del alma han anidado en reyes y tiranos con excesiva abundancia. Y así hasta nuestros días. Para dar fuerza a lo anterior citaré algunos clásicos: "Es muy difícil hacer compatibles la política y la moral" ( Sir Francis Bacon). Siglos antes, Aristóteles afirmaba: "El sentido moral es de gran importancia. Cuando desaparece de una nación, toda estructura social va hacia el derrumbe". Más reciente, el gran Presidente de EE UU, John Fitzgerald Kennedy, dejó escrito: "La grandeza del hombre está en la relación directa a su fuerza moral"
Pero nos ha tocado vivir en esta época y tenemos un plantel de políticos de todas las castas e ideologías carentes de moral que entienden que en este escenario ennegrecido de la política cabe todo. Cabe todo incluso la mentira flagrante y la denigración. Muchos son los nombres y los asuntos, pero habré de referirme al penúltimo caso que protagoniza el inefable ex Ministro de Defensa, ex Presidente del Congreso y ex Presidente de Castilla La Mancha, me refiero a D. José Bono. Y me refiero a lo publicado en medios de alcance nacional sobre sus declaraciones en una emisora de radio respecto del accidente del Yak-42, en el que murieron 62 militares españoles. Como sabrán mis lectores, recientemente se ha reabierto este asunto con un informe del Consejo de Estado que finalmente ha forzado la salida de D. Federico Trillo, ex Ministro de Defensa del PP, como Embajador de España en el Reino Unido. La cuestión es que sin ser invitado, D. José Bono ha salido a escena, como acostumbra cuando hay publicidad por medio. Y ha salido a escena afirmando tener en su poder documentos originales sobre el accidente en un duro ataque a su predecesor D. Federico Trillo. Afirma el Sr. Bono que tiene en su poder “6.000 folios” y que para obtenerlos hubo de “forzar la llave de un armario porque estaba en poder de un Comandante que hoy no ha venido al Ministerio porque estaba enfermo". Resulta que ese Comandante era en realidad Coronel, hoy ascendido a General, D. Juan Pardo de Donlebún. Y el General ha salido a los medios públicos asegurando que lo que dice el Sr. Bono son fabulaciones que no responden a la realidad de lo que ocurrió. La respuesta resulta estremecedora: "La capacidad de fabulación del ex Ministro no tiene límites. Yo tenía mi propia llave en mi despacho y yo mismo abrí el armario en su presencia. El Ministro no forzó nada, repito, yo mismo abrí el armario con mi propia llave y muy contrariado por cómo se estaban desarrollando las cosas". En sus memorias publicadas en 2014, el Sr. Bono escribió: "España pagó 149.000 euros por el [alquiler] del [avión] Yakolev, pero costó 38.500 euros, ¿quien se quedó con más de 100.000 euros?” Insinuación malévola de enorme responsabilidad. 
Responde el mismo Coronel: "Lo cierto es que por ese vuelo sencillamente no se pagó nada. Esa clase de servicios, que yo mismo contraté, no se pagaban hasta que se completara el transporte a satisfacción del cliente, cosa que naturalmente nunca llego a producirse. ¿Se puede imaginar alguien al contratista presentando la factura después de haberse estrellado el avión?" Otros testigos presentes en la ceremonia del traspaso de carteras recuerdan que se hizo entrega a D. José Bono de una estantería con 6.000 folios archivados. Y así hasta una serie de contradicciones en las que Bono queda en situación poco creíble. Tal ha sido la repercusión en la opinión pública de este escándalo, que la actual Ministra de Defensa, Dª María Dolores de Cospedal, ha remitido un burofax a José Bono reclamándole con urgencia que devuelva al Ministerio toda la documentación que obra en su poder en relación a ese accidente aéreo. Muchas son la interrogantes que presenta este asunto. 
1- ¿Por qué un Ministro cuando deja el cargo se lleva a su casa documentación oficial y relevante con información que debiera ser custodiada por el Ministerio de Defensa?
2- ¿Es legal que lo que pertenece a la Administración Pública esté en poder de un particular? 
3- ¿Se siguió algún protocolo en el modo que se hizo el traslado de esos documentos?
El General Pardo de Donlebún aclara: "Lo que sucede es esperpéntico. El Sr. Ministro y su director de gabinete se lanzan al armario en cuestión y de manera compulsiva empiezan a extraer sin orden ni concierto cuantos documentos encontraron; prácticamente vaciaron el armario. Yo, perplejo ante la escena, le hice saber que todos esos documentos eran originales, que me dijera que deseaba llevarse y yo mismo me ocuparía de que el gabinete de reprografía del EMAD los fotocopiara para enviárselos con el preceptico cotejo del interventor del EMAD, tal como hacíamos habitualmente cada vez que los pedía algún juzgado. Pero Bono se los llevó y punto. Yo ordené a uno de mis oficiales que levantara una relación con todo lo que se estaba llevando el Sr. Ministro, pero el Sr Bono declinó estampar su firma delegando el engorroso trámite en su ayudante militar".
Queda claro en este relato del General Pardo Donlebún, cómo un político avezado como José Bono, y sin demasiados escrúpulos éticos, pudo alterar y alteró los protocolos sobre el uso y tenencia de documentación oficial. Pero José Bono ya es conocido en eso de apañar los relatos según su conveniencia. Fue a propósito de una manifestación multitudinaria de las víctimas del terrorismo el 22 de enero de 2005 en Madrid donde, según denunció públicamente a los medios y después ante el Juzgado, fue agredido con un palo de una pancarta que portaba un militante del PP. Finalmente y tras comprobaciones fotográficas, tal suceso no se produjo jamás y el juzgado archivó la denuncia fantasma de Bono por agresiones físicas que no existieron. Las personas quedan definidas por sus hechos. 
Volvamos a los clásicos: "El castigo del embustero es no ser creído aún cuando diga la verdad" (Aristóteles)


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